Clarín

Llega mucho pero convierte poco y esa es una alarma en la recta final

Gallardo sabe del déficit pero el entrenador asegura que “a mí lo que me interesa es que el equipo funcione”.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

El camino hacia la vuelta olímpica encuentra a River en una racha ganadora que no es casual. Al fin de cuentas se corporizó en el mejor equipo argentino de los últimos cinco años. Y el reconocimi­ento expandió las fronteras con la conquista de América. La continuida­d de Marcelo Gallardo y el plan de juego son la garantía de su éxito.

No obstante, las cinco victorias de 2020 dejaron tela para cortar. River es el equipo más contundent­e de la Superliga (37 goles), pero convierte poco en proporción a las situacione­s que genera en el área rival. Y es un llamado de atención en la recta final.

River venció a Independie­nte (2-1), Godoy Cruz (1-0), Central Córdoba (20), Unión (2-1) y Banfield (1-0). En cuatro de esos duelos se impuso por la mínima diferencia. Pero el coloso de la banda roja no estuvo lejos de pisar el área de enfrente. Por el contrario, remató 75 veces, a un promedio de 15 por partido. Sin embargo, sólo 24 de esos disparos tuvieron dirección al arco, apenas el 32 por ciento. Fueron nueve remates contra Independie­nte con cuatro al arco y dos goles, 22 ante Godoy Cruz (cuatro y uno), 14 frente a Central Córdoba (cuatro y dos), 13 contra Unión (tres y dos) y 17 ante Banfield (nueve y uno).

River gana, gusta, pero no golea. No correspond­e en la red su gran capacidad para fabricar peligro. Y autoexigen­te como es, el Muñeco Gallardo sabe que su equipo tiene que afinar la puntería para no dejar vivo al oponente de turno. Sucedió el domingo ante Banfield, el partido en el

que más veces remató al arco. Fueron nueve tiros y, entre ellos, un penal de Rafael Santos Borré que se estrelló en el travesaño. El colombiano también metió un cabezazo en el palo. El resto fue obra y gracia de su compatriot­a Iván Arboleda, que tuvo una noche a plena seguridad en los tres palos.

El déficit de los penales (cuatro errados en forma consecutiv­a; sólo anotó tres de los ocho que le dieron en el torneo) es otro de los puntos que

busca corregir el laureado entrenador, quien admite la deficienci­a. “Todos los partidos tienen un condimento diferente. Pero sobre todo en estas últimas fechas tuvimos resultados muy cortos. Fuimos muy imprecisos en las situacione­s que generamos, pero efectivos con Independie­nte y con Unión. Con Banfield no y con Godoy Cruz, tampoco”, señaló.

Y aun reconocien­do falencias, valora el rendimient­o colectivo. “A mí lo que me interesa es que el equipo funcione como a nosotros nos gusta, con lo que nosotros preparamos con nuestras formas. Después, a veces se da que generamos y no concretamo­s tanto. Y en otras situacione­s generamos poco y somos efectivos. Lo importante es seguir ganando y manteniend­o la idea de juego”, aseguró. Gallardo elige mirar el vaso medio lleno.

La propuesta es ambiciosa y tiene un sello bien marcado, ese ADN que le imprimió el técnico a su equipo. Ni siquiera el cambio de esquema conspira contra el estilo. A pesar de jugar con cinco defensores, los laterales están lanzados al ataque. Pero por momentos falta la puntada final. Así y todo, hay poco para reprocharl­es a los delanteros: cinco de los ocho goles que marcó River en el arranque del año fueron convertido­s por Rafael Santos Borré (tres), Matías Suárez (dos) e Ignacio Scocco.

River necesita más contundenc­ia para no sufrir. Le alcanza para ganar, claro. Y para mantener el liderazgo muy a pesar de la incansable persecució­n de Boca. ■

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AFP Decepción. Borré estrelló un penal en el travesaño ante Banfield. Ese es también otro punto negativo.
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