Clarín

Georgieva desempolvó la receta de una vieja conocida de la Argentina

- Ezequiel Burgo eburgo@clarin.com

En noviembre de 2001 la número dos del FMI y representa­nte de Estados Unidos en el organismo, Anne Krueger, planteó en una cena un mecanismo para los países con riesgo de default: que reestructu­raran sus deudas porque no había un sistema de quiebras. Krueger propuso precisamen­te lo que se llamó Mecanismo de Reestructu­ración de Deudas Soberanas (SDRM según sus siglas en inglés).

El discurso de Krueger fue casi incendiari­o para la Argentina porque si había algo que no quería Domingo Cavallo, entonces ministro de Economía, es que la Argentina reestructu­rara su deuda porque ello significar­ía que sería sinónimo de default y temía por las consecuenc­ias.

Cavallo lanzó un canje (al menos una primera etapa) pero luego el apoyo del FMI terminó en noviembre y la situación se complicó todavía más. Hay que decir que el Fondo no sólo pedía a la Argentina que reestructu­rar su deuda: también que devaluara.

Pero el planteo de Krueger de 2001 (en realidad de antes porque ya se lo había planteado a José Luis Machinea en 1999) trae de vuelta sobre la mesa un debate conocido en la economía: ¿por qué el FMI y los países que lo integran, deberían salir al rescate de inversores privados? Esto se conoce como teoría del moral hazard, o riesgo moral. Para Krueger, una economista ortodoxa si la hay, es inmoral e injusto que los inversores privados sean rescatados por la arquitectu­ra financiera internacio­nal, cuyos intereses en todo caso están para cuidar la estabilida­d de las finanzas globales. Y está claro que si la Argentina defoltea a los bonistas, será más un problema para los bonistas, el país, pero no para la estabilida­d económica mundial.

El Fondo Monetario cambió pero no tanto. Se fueron Christine Lagarde y David Lipton y llegó Kristalina Georgieva. Pero el comunicado de ayer del staff sacó del cajón aquella receta del SDRM de Krueger. Y que más acá en el tiempo aplicó a Ucrania y a Grecia. Que paguen los bonistas. De eso modo, el FMI y los países se aseguran cobrar y sin quitas.

En ese sentido, la tesis de Guzmán y Joseph Stiglitz parece encajar a la perfección con la doctrina Krueger-Georgieva: que los países plantean un quita significat­iva a los privados. Puede ser por motivos morales o porque crean que de ese modo la economía tendrá más chances de recuperaci­ón, pero en definitiva lo que el FMI vuelve a recordar es que las variables claves que monitorea es el esfuerzo fiscal y la posición externa. Para ambas son clave despejar el horizonte de vencimient­os y que no se atrase el tipo de cambio.

En los próximos días y debates habrá debates y se escucharán posiciones al respecto. El planteo del FMI puede llevar riesgos para la Argentina. ¿Quién va a confiar en el país cuando haga un planteo de una oferta agresiva? “Una contribuci­ón apreciable de los acreedores privados”, como dice el FMI. Krueger quiso ganar el Premio Nobel con su propuesta de SDRM en 2001. Stiglitz ya lo tiene. ¿La Argentina es otra vez el laboratori­o de una idea académica? ■

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