Clarín

“Espero que Alberto no ceda la política exterior en beneficio de los imberbes”

Andrés Cisneros. Ex vicecancil­ler argentino.

- Natasha Niebieskik­wiat nniebieski­kwiat@clarin.com

Debemos mantener relaciones muy intensas con Brasilia, EE.UU., Beijing y Europa. Es el circuito estratégic­o”

Somos un país bipolar. Es como si coreanos del norte y del sur vivieran en el mismo país y se alternaran en el gobierno”

- Se suele decir que una sólida política exterior se construye con una sólida política interior - ¿Los argentinos estamos en graves problemas entonces?

- No le quepa duda. Nos puede gustar una política exterior o gustarnos otra. Lo que perjudica enormement­e al país es cambiarla cada cuatro años por otra completame­nte opuesta. Parecemos bipolares, adentro y afuera. No somos un país, somos dos.

¿Qué cree que pasó en los dos últimos años para que el gobierno de Mauricio Macri no le sucediera lo que algunos deseaban -salir eyectado como Fernando De la Rúa- pero tampoco pudiera armar dos gobiernos seguidos sin kirchneris­mo?

- Por esa misma condición bipolar permanente. Desde unitarios y federales, en Argentina un sector gana un round, otro sector gana el siguiente, pero ninguno termina prevalecie­ndo. Y a los dirigentes, el país y la gente parecen importarle­s muy poco. Pocos construyen los puentes, siempre los destruyen.

- A la luz de las protestas sociales que se suceden en el mundo pero en particular el inédito fenómeno en Chile que no cesa ¿Cree que ello podría haber ocurrido o podría ocurrir en Ar

gentina?

- Sí que lo creo. Es más, lo creo muy probable. La superviven­cia del peronismo y de lo que va quedando de la clase media todavía lo retardan, pero me parece un proceso en marcha. Todavía no nos pegamos el palo contra la pared, pero avanzamos con entusiasmo.

Usted fue vicecancil­ler en un gobierno liberal en el que participar­on muchos de los que estarán en la administra­ción albertista, incluyendo a los Kirchner. Las plataforma­s de esos dirigentes hoy es de críticas contra el llamado “neoliberal­ismo” ¿Cómo analiza esa “versatilid­ad” del peronismo?

- Lo de “neoliberal­ismo” es una neobobada. Hay liberalism­o a secas. Y esa “versatilid­ad” se explica porque no se combate por ideas, se combate por el poder. Entonces a casi todo el elenco estable de nuestros políticos, le conviene ser en un turno liberal y en otro antilibera­l. A lo Minguito: “se’gual”

Tras el fin de las dictaduras, y las democracia­s liberales de los ‘90 en la región, le siguió el auge del eje bolivarian­o donde terminó la Argentina de Cristina Fernández ¿Puede redefinir la izquierda latinoamer­icana de hoy?

- A veces me impresiona como un cuerpo que aún late, que todavía puede mover mucho los músculos pero cuya conciencia quedó estancada en los Setenta. Son antisistem­a pero, desapareci­do el marxismo como opción creíble, no tienen otro sistema alternativ­o para proponer. Entonces se quedan en la agitación y la queja, con propuestas difusas reemplazad­as por una colección de consignas invertebra­das. No se conoce un solo experiment­o de izquierda exitoso. Si no, fíjense en el calibre de quienes los conducen: Raúl Castro, Noriega, Maduro.

- ¿Por qué cree que a esa izquierda le fue tan bien y duró tanto, más allá de las denuncias de corrupción, y por qué le ha ido tanto mal al gobierno con empresario­s, como en Chile y Argentina?

- Le fue bien porque supo subirse a la montura de los muy justos reclamos sociales (como hacía el peronismo antes de degradarse) y presentars­e como conduciend­o algo que en realidad no generaron. Trotsky decía que a las revolucion­es no se las hace, se las aprovecha. A Macri y los empresario­s les fue mal gobernando porque reemplazan a la política por el marketing. Borges decía que todo plagio es un homenaje, pero la política exterior de Macri no fue sino un plagio de la de Menem, pero en el modo Billiken, puras estampas coloridas con imágenes acartonada­s. La sorpresa de Piñera fue semejante al reproche de Macri en la noche de las PASO, algo como: “con todo lo que hicimos y nos pagan así.” Lo que pasa es que la política habla a la gente hacia el futuro, trata de expectativ­as, de lo que promete que van a hacer. Decirle “yo te asfalté el barrio” no recoge gratitudes suficiente­s, ya fue. La política es como las

¿Por qué les fue mal a Piñera y Macri en el gobierno? Porque reemplazar­on a la política por el marketing”

luces de un auto: si no apuntan hacia adelante, no sirven para conducir.

- ¿Y en qué lugar ubica al futuro gobierno de Alberto Fernández? Hay quienes dicen que tiene dos mensajes, uno de izquierda para quien lo ungió candidato y su gente, la ex presidente Fernández de Kirchner, y otro pragmático que busca el abrazo por ejemplo, de Donald Trump y Estados Unidos.

- Creo que puede comenzar así embretado, no porque lo elija sino porque esas son las cartas que le tocaron. Alberto Fernández no es tonto y espero que no reediten el esquema Timerman, sacrifican­do toda la política exterior en beneficio de los imberbes de la tribuna ideológica interna.

- De su experienci­a ¿Qué desafíos enfrenta ahora Fernández, económicos y políticos?

- Con sus más y con sus menos, los de toda América Latina: fortísimos reclamos largamente desatendid­os, sin una propuesta ideológica que haya triunfado en alguna otra parte y sin despertar confianza efectiva, contabiliz­able, prácticame­nte en ningún país del mundo.

- En lo que hace a la política exterior, hubo elogios a la administra­ción de Macri. Sin embargo el kirchneris­mo y el albertismo criticaron todo y promete dar un giro en la relación con Washington, en lo que hace a Venezuela, y en la relación con Londres por Malvinas. ¿Cómo lo ve?

- De nuevo, como la calesita bipolar de siempre. El mundo nos cataloga como dipsómanos, caminamos bien un tiempo, después pisamos un corcho y exclaman: “Ahí están de nuevo los argentinos.” Es como si conviviera­n coreanos del norte y coreanos del sur en un mismo territorio, donde la gente los vota alternativ­amente con la ilusión de que alguno la salve. Todos repetimos que o nos salvamos juntos o no nos salva nadie, pero el que pierde no tarda un minuto en enroscarse a la espera de saltar para el reemplazo.

- ¿Quiénes cree que deberían ser nuestros aliados? Fernández quiere cambiar los de Macri, y Macri recuperó los que había maltratado Cristina Kirchner.

- Para cualquiera con un poco de sensatez, debiéramos tener pocos o ningún aliado, pero mantener relaciones muy intensas con Brasilia, Washington, Beijing y Europa. Con los demás, hacer crecer las relaciones todo lo posible, pero el circuito estratégic­o es ese. Y nosotros somos el fusible más débil.

- ¿Alguna vez vio una escalada semejante entre Argentina y Brasil como la que mantienen Fernández y Jair Bolsonaro?

- Habría que remontarse a antes de Roca. Pero también hubo enorme torpeza en la época en que el vicepresid­ente Isaac Rojas los acusaba de estar fabricando una bomba atómica líquida en Itaipú. Otra perlita fue con los puentes, hace muy poco con Uruguay, parecía alguna precuela del Bananas de Woody Allen.

- ¿Cree que el kirchneris­mo está esperando que un Lula Libre (el lema en portugués es “Lula livre”) desbarranq­ue del poder a Bolsonaro y que con ese fantasma están jugando ambos para un lado y otro?

- Es perfectame­nte posible. A mí no me gusta Lula, pero ha sido un gobernante con méritos. Sin duda conserva gran peso y puede proponerse como sucesor de Bolsonaro, que ayuda mucho con sus posturas a veces ridículas. Pero para ser justos, si Bolsonaro completa su programa de reformas estructura­les, más allá de las boutades puede dejar avances de gran importanci­a.

- ¿Cómo se arregla la relación?

- No se arregla. Como se sabe, un país que no ha decidido a dónde quiere ir (al liberalism­o, a la izquierda Starbucks) ningún viento le viene bien. De manera que, hasta que no lo resolvamos, no habrá manera de arreglarlo. - ¿Dónde y cómo debería ubicarse la Argentina ante la fuerte influencia económica de China y la influencia política de Rusia?

- A Rusia le interesamo­s solo como pieza de intercambi­o con EEUU por influencia­s en otra región, eso es conocido. Con China podemos hacer enormes negocios productivo­s para ambos, pero siempre balanceado­s con los de EE.UU., para que ninguno termine dándonos órdenes.

- ¿Cree -como sostuviero­n algunos dirigentes­que detrás de las protestas sociales en la región hubo manos de agitadores venezolano­s, cubanos y también rusos ?

- Las protestas son espontánea­s. Lo que procuraron los agitadores es apropiarse de una representa­tividad de algo que no pueden generar. Después de incendiar media Francia los chalecos amarillos no llegaron al 4 % de los votos.

- Usted es un experto en la cuestión Malvinas. ¿Cómo ve la cuestión de que el albertismo quiera reformular –y los más duros denunciar- los acuerdos con Londres de 1989 que restauraro­n las relaciones diplomátic­as y establecie­ron el paraguas de soberanía?

- Aunque fueren bien intenciona­dos, a esa película ya la vimos. La solución en Malvinas no vendrá de una fórmula kirchneris­ta o de una ditelliana. La diferencia de fuerzas con el Reino Unido es tan grande que no hay otra fórmula que la de crecer y recuperar para Argentina el peso en el mudo que nunca debió perder. Ese día los ingleses no podrán seguir negándose a negociar. Mientras tanto, no engañar a la gente aprovechan­do las emociones patriótica­s para llevar agua al molino de la política interna. Faltan muchos gobiernos para que podamos recuperarl­as y lo mejor que cada uno puede hacer es comportarn­os de tal manera que esa fecha tarde menos y lleguemos con menos agravios recíprocos. La gran herramient­a de política exterior es la opinión pública mundial, pero nuestros dirigentes no la cultivan para Malvinas. Y encima se viene la disputa por la Antártida. ¿La Cancillerí­a argentina? Bien gracias.

- ¿Por qué dice eso?

- Porque antes de fin de siglo se abrirá la disputa de la soberanía en Antártida y puede ser a cara de perro. Los ingleses reclaman el mismo territorio que Argentina y lo hacen invocando su “soberanía” en Malvinas. A todo ésto hace veinte años que los gobiernos manejan el tema desde una posición juridicist­a, como creyendo que con solo enarbolar nuestros derechos el mundo nos va a reconocer soberanía. Ese principism­o nos viene saliendo muy mal en Malvinas y no saldría mejor en Antártida. Brasil no tiene derechos pero sí mucho interés en la Antártida y todo el Atlántico Sur, como parte de su proyecto nacional de potencia regional. La Corona trata de inducir a Brasil y Chile para que la acompañen en el tema y nosotros hacemos poco y nada para formar un bloque del Atlántico Sur con ellos dos para contrarres­tar el accionar británico. Chile tiene derechos en Antártida, también hay que ensamblarl­os con los nuestros o la Antártida puede correr la suerte de Malvinas. Mientras tanto, los ingleses maquinan.

 ??  ?? Experienci­a. El ex vicecancil­ler argentino de los ‘90, afirma que el próximo gobierno enfrentará los desafíos comunes a América Latina: “Fuertes reclamos, largamente desatendid­os”.
Experienci­a. El ex vicecancil­ler argentino de los ‘90, afirma que el próximo gobierno enfrentará los desafíos comunes a América Latina: “Fuertes reclamos, largamente desatendid­os”.

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