Boca piensa sólo en River y Racing se aprovechó
Alfaro guardó a varios titulares pensando en River y le salió caro. La falta de profundidad y de gol dejó preocupados a los hinchas. Coudet, en cambio, aprovechó la gran oportunidad.
El equipo de Coudet consiguió un valioso triunfo por 1-0. Se acercó a dos puntos de Boca, líder de la Superliga, que está con la cabeza en el Superclásico del próximo martes. En un partido vibrante, River remontó ante Arsenal: le empató 3-3 y también acecha.
La percusión de la Doce, con su cadencia, se sostiene en la salida de los hinchas, un arrebato en la derrota, el contrapunto de esos hinchas que se pierden, golpeados, por los pasillos de la Bombonera. La realidad es dura. Boca no tiene música. Por más que apueste en el segundo tiempo a Mac Allister, Zárate y Bebelo Reynoso, intérpretes de finos pies, es imposible no desafinar si quien maneja la orquesta no siente esa partitura. Y si no está dicha la última palabra hasta el final es porque Racing decide retroceder compulsivamente. Se refugia en su arquero, suma defensores y minimiza espacios. Una actitud peligrosa que termina siendo exitosa porque, al mismo tiempo, desnuda toda la fragilidad ofensiva de su rival. Y enciende una pregunta inquietante: por más que este clásico haya sido protagonizado por los actores de reparto, ¿cómo le hace tambalear las tablas a River?
Racing consiguió un triunfo de alto impacto. Ganó otra vez en Brandsen 805 y achicó la diferencia en la tabla de posiciones. Justo cuando el Chacho había coqueteado con el Inter de Porto Alegre, engloba su quinta victoria y siete partidos y se sube a la pelea por el bicampeonato. Por ese gran primer tiempo en el que sacó ventaja gracias al gol de Zaracho.
De un arranque furioso, con el respaldo de la gente y un desborde de Villa a ese final cargado de preocupaciones, con Andrada otra vez impecable con una doble tapada ante Cristaldo y Zaracho. Pudo ser el segundo gol de Racing, que impuso condiciones en los primeros cuarenta y cinco minutos.
Y tuvo que ver, fundamentalmente, con una pobre vocación ofensiva xeneize. Se puede jugar sin la pelota, apostando a la velocidad de un jugador desequilibrante como el colombiano. Todo método es válido, claro. Lo que no puede hacer Boca es arrancar tan lejos del arco rival. Y ese fue su vía crucis. Porque Villa despegó, pero sus compañeros llegaron tarde al área de Racing, que pronto empezó a tomar el control del partido.
Después del sofocón de los primeros diez minutos, se hizo dueño de la pelota y aunque no tenía profundidad, . ORIGINAL COPY . ORIGINAL COPY . ORIGINAL COPY . ORIGINAL COPY ORIGINAL COPY
empezó a lastimar con los envíos largos de Nery Domínguez. A la segunda pelota, esa que podía llegar de las devoluciones de los centrales. Hasta que agarró la manija Lisandro, el cerebro del equipo. Y comenzaron a entrar en sintonía los Matías, Rojas y Zaracho. Combinaron López y el pibe de Wilde, pero el remate del capitán se perdió lejos del arco.
Hasta que Junior Alonso cometió dos errores. Primero arriesgó con el pase a Paolo Goltz y recuperó Lisandro. Después, el paraguayo rechazó al voleo y permitió que su compatriota Rojas metiera un pase bárbaro, entre líneas, para Cristaldo. El Churry metió el centro atrás y Zaracho arremetió para vencer a Andrada.
Se calentó el partido porque Soldano fue a disputar una pelota con Sigali y el zaguero de Racing terminó lesionado, con los tapones tatuados en su pierna izquierda. Echenique sólo mostró la tarjeta amarilla. El propio delantero casi lo empata con un cabezazo que tapó Arias. Y Fabra simuló un penal que no compró el árbitro. En el segundo tiempo, Racing se metió atrás. Y permitió la reacción de Boca. Sin embargo, nunca fue claro con la pelota. Y a excepción de alguna escalada de Fabra o los errores que cometían Díaz y Soto, casi no prevaleció en el área. La más clara fue un tiro libre de Zárate -reemplazante de Obando- que pasó apenas por encima del travesaño. Después, un achique de Arias ante Fabra. El resto, centros que murieron en las cabezas de Donatti y Nery Domínguez.
Coudet mandó a la cancha a Mauricio Martínez y sacó a Zaracho. Pidió el cambio Lisandro, que había dado todo. Entró Orban. Resignó la contra, acurrucando a su equipo. Sin embargo, este Boca no dio la talla. Y quedó herido para el Superclásico, a la espera de un milagro de sus titulares.