La Unión Europea festeja, pero teme que el Reino Unido rechace el pacto
Es porque Johnson no tiene mayoría en su Parlamento. Y deberá correr la fecha final del divorcio.
La Unión Europea está más cerca de perder por primera vez en su historia a un Estado miembro. Una cumbre avaló ayer el acuerdo alcanzado por negociadores europeos y británicos para que el Brexit, la salida británica del bloque, se haga de forma ordenada. Es un texto de más de 600 páginas que se enfrentará ahora a su prueba más complicada, tal vez imposible: la ratificación por parte del Parlamento británico.
No son alegres los divorcios. Lo dijo el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk. “Con tristeza”, reconoció haber recibido el acuerdo, pero Tusk, como la inmensa mayoría de los gobernantes europeos, entiende que un divorcio doloroso pero acordado es siempre mejor que una bronca.
La familia europea puede perder a uno de sus miembros más importantes. Puede, porque todos saben que Boris Johnson no tiene ahora mismo los votos suficientes en la Cámara de los Comunes para que este sábado le ratifiquen el acuerdo. Diplomáticos europeos confiaban ayer creen que Boris verá rechazado su pacto y tendrá que pedir otra prórroga, la tercera.
El premier británico se mostró optimista y confiado. Sabe que no tiene fácil la ratificación, pero en la cumbre muchos pensaban anoche que a Boris Johnson no le importan mucho ni los detalles del acuerdo ni si el texto es aprobado o no por su Parlamento porque con el acuerdo consigue lo que buscaba: elecciones anticipadas.
El negociador europeo Michel Barnier confesó que el británico le había dicho que creía poder obtener los votos necesarios y los dirigentes europeos así lo desean, pero también saben que es muy difícil. La alemana Angela Merkel, que comparte las dudas de sus homólogos, dijo: “Confiamos en el Parlamento británico para que tome su decisión. Es un viejo, experimentado y sabio Parlamento y tomará su decisión con total libertad”.
Los europeos creen que para Johnson este acuerdo es un caballo ganador pase lo que pase a partir de ahora. Si el Parlamento británico se lo aprueba, explica un funcionario del bloque, Boris podrá decir que cumplió su palabra y sacó a su país de la UE en el plazo que había prometido. Si se lo rechaza, forzará la convocatoria de elecciones anticipadas alegando que su Parlamento es incapaz de cumplir con el mandato del pueblo cuando votó a favor del bloque, que él ya hizo su trabajo negociando un acuerdo y que necesita una mayoría aplastante para ratificarlo.
Entre los gobiernos europeos sigue habiendo una fuerte división en cuanto al Brexit. Algunos, con el francés a la cabeza, creen que cuanto antes se haga la salida mejor para todos porque la UE podrá pasar página y centrarse en urgencias como la previsible próxima recesión económica, la crisis climática o sus próximos presupuestos a largo plazo. Otro grupo, con Holanda y Alemania al frente, creen que no importa arrastrar esta situación. Algunos, como Donald Tusk, confesaron hasta hace poco que les gustaría que el Brexit fuera revocado.
“Nadie se engaña” –confía un diplomático escandinavo-, “pero es mejor intentarlo con este acuerdo, fracasar, ir a otra prórroga y a otra negociación, que provocar una crisis sin precedentes haciendo que Boris cumpla su promesa y se vayan sin acuerdo. En el peor de los casos hemos ganado tiempo e impedido lo peor”.
Los dirigentes europeos no trataron (oficialmente) este jueves la hipótesis de tener que aceptar otra prórroga si la Cámara de los Comunes rechaza el acuerdo. Ese escenario está abierto. Tusk dijo que “la pelota está en el techo del Reino Unido. No tengo ni idea del resultado del debate en los Comunes el sábado. Si hay una petición de prórroga consultaré con los Estados miembros para ver cómo reaccionamos”. Nadie cree posible que se negará eventualmente esa prórroga porque ningún gobierno quiere aparecer como el que dio la patada a los británicos. ■