Clarín

El bajo perfil de Argentinos fue suficiente para vencer a Godoy Cruz

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Argentinos es un equipo práctico. Y se conoce muy bien a sí mismo. Sabe que no le sobra nada, que el arco en cero es una prioridad y una posibilida­d visible, que cualquiera puede convertir, que todos deben colaborar. Así, con esa receta, sigue su marcha. En la tarde de Mendoza, en el Malvinas Argentinas, se impuso 1-0 frente a Godoy Cruz. Ya suma doce puntos, está invicto en seis fechas y mira la punta desde cerca. No era -al inicio de esta Superliga- la expectativ­a. Pero en nombre de mejorar su promedio, el equipo de Diego Dabove se acercó a lo más alto. Sin estridenci­as, con prolijidad, con autoridad.

Lo de Godoy Cruz bastante se parece a su contracara. Lo cuentan los números: perdió en cinco de las seis fechas que disputó (apenas le ganó a Estudiante­s; sus únicos tres puntos). Lo cuentan sus hinchas: los pocos que concurrier­on al Malvinas Argentinas despidiero­n al plantel con rechazos y silbidos. Lo cuenta también el campo de juego: Godoy Cruz en nada se parece a ese equipo que recibía elogios y aplausos de cercanos y de ajenos.

Hubo una jugada clave en el primer tramo del encuentro: tras un corner, a los ocho minutos, Miguel Torren -a esta altura un histórico del club de La Paternal- estableció el uno a cero con un cabezazo. Correspond­e añadir: fue decisiva la floja respuesta del arquero local, Andrés Mehring.

Vale la aclaración, en cualquier caso: no fue un partido para guardar en la memoria de los concurrent­es ni de los observador­es. El gol inicial, claro, condicionó el trámite. Godoy Cruz no podía hacer otra cosa: tenía que ir. Y fue a su modo y manera, con dificultad­es para generar espacios ante un Argentinos que viene demostrand­o que sabe defenderse muy bien. Lo cuenta un dato relevante: acumula cuatro vallas invictas en seis fechas, las últimas tres consecutiv­as. Mérito de Lucas Chaves.

De todos modos, no es que Argentinos juega a exclusivam­ente a defenderse. Nada de eso. Se agrupa muy bien cuando retrocede, pero su principal virtud defensiva es otra: adormece a sus rivales, los mete en su telaraña.

De hecho, salvo un par de llegadas -sobre todo ese remate de Sebastián Lomónaco sobre la horaArgent­inos no padeció el partido. Por el contrario: siempre quedó la sensación de que lo manejó como pretendía, como lo planificó. Incluso hasta tuvo más tiempo la pelota (58% su posesión). Así consiguió interrumpi­r los escasos momentos de lucidez del Tomba.

Es más: con un poco más de precisión en el área ajena lo pudo haber liquidado. Hasta el palo se lo negó a Santiago Silva. Más diferencia no habría sido una exageració­n. Para nada. ■

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