Clarín

Abandonó las playas de Hawaii para hacer historia en el fútbol argentino

Ascenso. León Morimoto (17) juega en las inferiores de Temperley. Quiere ser el primer estadounid­ense nacido en el archipiéla­go en debutar en el torneo local.

- Luis Moranelli lmoranelli@clarin.com

Encerrado en una habitación, a más de 12 mil kilómetros de su casa, León Morimoto aprendió sus primeras cuatro palabras en español. Después de practicarl­as varias veces, apurado por el hambre que lo había atacado en plena noche, salió a recorrer la pensión. “¿Tenés algo para comer?”, repitió ante cada chico que se cruzó. Recibió donaciones a las que no les pudo poner nombre. Le llevaría varios días saber que ese pequeño manjar se llamaba galletita.

El viaje de León se había gestado un mes antes, cuando con 14 años decidió abandonar las paradisíac­as playas de Honolulu, la capital de Hawaii, para probar suerte como futbolista. La propuesta le había llegado de la mano de un buscador de talentos que lo vio jugar en el Strykcer FC, el club más importante de su ciudad.

“Cuando les conté a mis amigos que me iba a la Argentina nadie me creía. ‘¿Vas a jugar con Messi?’, me cargaban. No sabía nada de acá, ni si hablaban castellano o portugués. Pero no lo dudé. Fue muy rápido. En un mes lo decidí. Por suerte mis papás me apoyaron”, cuenta en el buffet de Temperley, club en el que vive desde hace dos años.

Sabía que era una oportunida­d única para hacer carrera en un deporte muy poco popular en Hawaii, un archipiéla­go del Pacífico que forma parte de los Estados Unidos, donde los surfistas son las estrellas.

La aventura tuvo (y tiene) sus tragos amargos. Sin saber una palabra en castellano, León aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza y fue directo al predio que Independie­nte tiene en Villa Domínico. Lo probaron y quedó. Vivió en la pensión del club de Avellaneda durante un año, hasta que lo dejaron libre. Fue así que llegó a Temperley.

Mientras se entrena con la Quinta División, León espera su oportunida­d. Por cuestiones administra­tivas, todavía no puede jugar partidos oficiales. Solo algunos amistosos. Por eso espera ansioso que llegue el 8 de diciembre, día que cumplirá los 18 años y podrá firmar su contrato. Quiere hacer historia y convertirs­e en el primer hawaiano en jugar en el fútbol argentino.

-¿Cuántas veces pensaste en volver? -Muchas. Al no estar jugando me cuesta encontrar motivación. Muchos ven solo el ahora. Pero yo estoy mirando el futuro. Qué va a ser lo importante para mi futuro. Cuando tenía 14 años peleaba mucho con mis papás. Era muy caprichoso. No estaba agradecido. Siempre me quejaba. Y esta experienci­a me sirvió no sólo por el fútbol sino para mejorar como persona. Ahora cuando voy de visita a Hawaii disfruto cada momento.

-A la distancia, Honolulu parece el lugar ideal para una vida perfecta cerca del mar. ¿La tuya se parecía en algo a eso?

-Vivía a cinco cuadras de la playa y tocaba el ukelele. Tenía un buen pasar económico. Iba a una escuela privada, me llevaban y me traían al colegio. Yo pensaba que eso era normal, no sabía que había un mundo distinto. Lo que me gusta de acá es que los chicos que me rodean son mucho más independie­ntes. Además, en Argentina descubrí otras cosas que me encantan.

-Por ejemplo...

-Lo primero que me sorprendió es ver a chicos de mi edad que saludan a su papá y a su mamá con un beso. Eso no es costumbre allá. Para mí es algo muy lindo. Son detalles chicos que acá no lo valoran.

Cuando le propusiero­n viajar no dudó: hizo las valijas y llegó sin hablar una palabra en español.

El cambio de vida de León fue brusco. Pasó del confort familiar a compartir una pensión con adolescent­es que hablaban otro idioma. Su primer amigo fue un chico que quería aprender inglés y se encargó de enseñarle castellano, traductor de Google mediante. “Todavía no puedo creer que hablo español sin problemas. Mi familia tampoco. Aprendí conversand­o y escuchando”, cuenta.

Los días en la pensión tampoco fueron sencillos. “Es difícil porque convivís con chicos de entre 14 y 19 años. A esa edad todos creemos que somos los mejores. Todos estamos medio rebeldes y hay que saber lidiar con los humores de cada uno. A veces porque el entrenamie­nto no fue como uno esperaba o porque en la escuela tuvimos una mala nota, o porque extrañamos a nuestra familia. Pero que bancarnos entre nosotros, como si fuéramos hermanos”, dice.

Durante un año no fue a la escuela por los problemas con el idioma. Hoy cursa 5° año en la escuela “Héroes de Malvinas”, de Temperley. Tiene clases a la tarde, después del entrenamie­nto y antes de pasar por el gimnasio.

Aunque sus inicios fueron como volante, en Argentina empezó a jugar como lateral izquierdo. Dice que le gusta pasar al ataque pero que también disfruta la marca y elige como referente al ex Independie­nte Nicolás Tagliafico. “Tiene mucho huevo”, explica, y segundos después pide perdón por la expresión.

No está acostumbra­do a las malas palabras. Sus padres, nacidos en Japón, nunca dijeron una en su casa. En los tres años que lleva en Argentina ya incorporó varias y durante los partidos se le escapan algunas. “Ya estás muy porteño”, le remarcan.

Otro ítem de la argentinid­ad que incorporó rápidament­e fue el asado. Y aunque reconoce que extraña el sushi que se come en su país, se confiesa fanático del chinchulín y de la molleja. ■

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PRENSA TEMPERLEY Su nueva casa. León Morimoto, en la platea de la cancha de Temperley. Vive en la pensión del Gasolero desde hace dos años.
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Honolulu. León vivía en la capital de Hawaii, a cinco cuadras de la playa.

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