Independiente acomodó las piezas, volvió al triunfo y lo despidieron con aplausos
Beccacece armó una formación lógica y el equipo jugó un gran partido. Pablo Pérez, Bustos, Figal y Lucas Romero, los puntos más altos para una victoria necesaria.
Los aplausos que bajan desde las tribunas no sólo se corresponden con el triunfo. Los hinchas del paladar exigente tienen otro motivo para teñir sus palmas con el color de la camiseta. Independente acaba de hacer un gran partido ante Colón. Y el gol de Silvio Romero, ese cabezazo que llega después del enésimo desborde de Fabricio Bustos, encaja a la perfección. Le estaba quedando demasiado corto el resultado a su actuación. Y Sebastián Beccacece recuperó el aliento después de una semana en la que Ariel Holan, su antecesor, había sido trending topic en las redes sociales tras la paliza de Estudiantes en La Plata y con la herida de la Copa Sudamericana todavía fresca.
Independiente se pareció al Defensa y Justicia que peleó el campeonato con Racing, aquel que convenció a los Moyano de apostar a Beccacece. Le hacía falta acomodar las piezas al blondo entrenador. Y a decir de César Luis Menotti, puso el inodoro en el baño y la heladera en la cocina. En el 4-3-3 que pregona, Nicolás Figal volvió a ser marcador central, Pablo Pérez dejó el banco y se ubicó como interno y Sebastián Palacios dejó de flotar por todo el frente de ataque para volcarse a la izquierda y explotar su diagonal. Independiente, entonces, dejó de ser un equipo sumergido en la vorágine, casi al ritmo de un técnico que camina de una punta a otra, para dominar la pelota y establecer una buena triangulación en tres cuartos y profundizar en el área.
Salida con dos centrales de buen pulso, sobre todo Figal, entrega y recuperación con Lucas Romero y manejo con Juan Sánchez Miño y Pérez en el medio. Con esos atributos, más los desbordes de Palacios y alguna aparición de Fabricio Bustos por el sector derecho, Independiente fue superior a Colón a lo largo del primer tiempo. Y consiguió la ventaja gracias a una pelota parada: Alexander Barboza conectó un tiro de esquina de Gastón Silva, la pelota rozó en Lucas Acevedo y se clavó en el arco de Leonardo Burián.
Colón llegó al Libertadores de América con un esquema que favoreció a Independiente. Sin laterales, Fernando Zuqui y Marcelo Estigarribia cubrieron los costados. La pretensión de una línea de tres en el fondo con la presencia de Matías Fritzler entre los centrales derivó en problemas porque Palacios ganó el mano a mano por la raya. Los santafesinos sufrieron con las pelotas cruzadas, especialmente, y su única vía de llegada al arco de Campaña se produjo con alguna escalada de Bernardi. Sin ir más lejos, a través de un centro suyo que Wilson Morelo cabeceó defectuosamente inquietó al uruguayo.
En el segundo tiempo se acentuó el dominio rojo. Creció Domingo Blanco, se despegó Bustos. Y lo sometió a Colón, que nunca pudo salir del asedio y sólo preocupó por alguna desinteligencia de Campaña. Y de no haber sido por Burián y los contragolpes mal terminados por Sánchez Miño, Independiente hubiera conseguido muchos tiempo antes el gol. Cuatro tapadas bárbaras del uruguayo evitaron un resultado más holgado. Hasta que Silvio Romero selló el marcador y le dio la estocada final a un rival que sigue vivo en la Sudamericana, pero cargado de hibridez. ■