Clarín

Una coincidenc­ia penosa entre los dos extremos de las Américas

- En foco Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com

En un mundo enamorado de la siglas, puede ser decepciona­nte descubrir que el G-20 no es hoy siquiera un precario G-2 entre EE.UU. y China. O que el G-7 de los industrial­izados, reunido en Biarritz, difícilmen­te recupere el poder organizado­r que exhibía en el pasado como el polo de mayor poder económico y por lo tanto de capacidade­s y posibilida­des.

Son signos de una anarquía que se refleja en una coincidenc­ia también poco feliz y que se consigna en estas páginas uniendo estos temas bajo una misma mirada. Las dos mayores economías de las Américas, EE.UU. y Brasil, se han situado en el foco de la atención mundial, y de la aprensión, por los modos de sus liderazgos nacionalis­tas de ignorar límites o las consecuenc­ias de sus actos. Pero también por la imposibili­dad para contenerlo­s. El primero, Donald Trump, desde Washington, con su guerra arancelari­a contra China que se ha desbocado y adelantado una recesión global que golpeará al propio desarrollo norteameri­cano aunque no la suficiente urgencia para vencer la miopía del mandatario. El otro, Jair Bolsonaro, que gobierna en comunión con ese pensamient­o insular y negacionis­ta de su admirado colega del norte, y ha convertido la tragedia del Amazonas en una lucha política pigmea para eludir las responsabi­lidades de su gobierno en el desastre. Y repetir el rechazo que ambos comparten a las políticas ambientali­stas.

El vértice de esas dos amenazas es la cumbre del G-7 en Biarritz que debería funcionar como el bombero que devuelva el tren a las vías y le agregue algún sentido al sentido común ausente. Pero nada de eso sucederá. Solo se constatará, otra vez, el desierto indeclinab­le de las G. ■

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