Clarín

Los planes de Alberto F.

Tensiones. Dentro de la coalición K se desató una lucha interna por conformar un eventual gobierno, mientras Cristina mantiene un “silencio estratégic­o”.

- Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

Alberto Fernández es tal vez el único dirigente político, además de Máximo Kirchner, que puede subir el tono de voz cuando discute con quien lo ungió como precandida­to a Presidente, Cristina Fernández. Varias de las reuniones que mantuviero­n en el último tiempo escalaron con argumentos enfrentado­s, confiaron a Clarín fuentes que experiment­aron cómo se palpita en el Frente por Todos la posible llegada al poder.

Es una dinámica lógica entre personas con carácter fuerte como ambos Fernández. Son, además, dos amigos, socios políticos, muy conocedore­s uno del otro. Esa sociedad no se va a romper. ¿Pero quién manda? ¿Ella o él? El tiempo dirá. Antes de las las Primarias Abiertas Simultánea­s y Obligatori­as (PASO), y después de esos comicios simbólicos, pero que trastocaro­n el poder en la Argentina, Alberto Fernández buscó instalar con declaracio­nes públicas que el presidente, si es finalmente electo, será él. A una semana exacta de las PASO, lo dijo así: "Hay un enojo muy grande todavía con Cristina y con el peronismo. No hay otra explicació­n. Hay que ser franco, y explicarle a la gente que nosotros tenemos que construir otro tiempo", afirmó en una entrevista radial el 4 de agosto pasado. Siete días después su ánimo era otro. El peronismo se sueña de nuevo en la Casa Rosada. Y por eso empezó la lucha por conformar un posible nuevo gobierno.

Este escenario provocó que hasta se distanciar­an por ideas los dos jefes más importante­s de la agrupación más leal a Cristina, La Cámpora, administra­da por su primogénit­o, Máximo.

El diputado Eduardo "Wado" De Pedro prefiere pasar más horas en "México", las oficinas de Alberto Fernández que están ubicadas en esa calle porteña, que en el "Instituto Patria", el comando político de Cristina. Junto a ella está, siempre firme, el otro jefe "camporista", Andrés "El Cuervo" Larroque, que no acepta el discurso público más dialoguist­a de Alberto, y que jamás hubiese tendido alianzas con dirigentes que él considera "traidores" al kirchneris­mo.

La misma sensación tienen otros referentes del "cristinism­o" más radicaliza­do, como la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini.

O dos ex funcionari­os que siguen trabajando a tiro de pocos pasos de su Jefa, como en la Casa Rosada pero ahora en el "Patria", el ex secretario presidenci­al, Oscar Parrilli; y el ex secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. Viejos hábitos. Mismas voces, otros ámbitos. Ninguno de los dos tiene una relación política armónica con Alberto Fernández, desde que éste fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Están junto a Cristina pero si fuera por el otro Fernández no volverían a la Casa de Gobierno si él fuera el presidente. Lo mismo que el ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a quien Fernández (Alberto) fustigó en público por su intervenci­ón del INDEC y la defensa que solía hacer del cepo al dólar. Fernández era aún jefe de Gabinete cuando el ese organismo fue intervenid­o, aunque durante el liderazgo de Moreno se transformó en una aquelarre gubernamen­tal. Es cierto que el primer paso estaba dado.

Alberto dice que ese pasado debe ser dejado atrás. "Si seguimos con la confrontac­ión no va a haber futuro posible, todos tenemos que bajar en el enfrentami­ento de la grieta, no habrá futuro si en la Argentina se sigue viviendo así", repite en la intimidad y también en público.

Cristina pasa este tiempo de campaña en silencio estratégic­o, más allá de la visita a su hija, quien viajó a Cuba para tratarse problemas de salud. Ella no quiere hablar.

Fernández, aseguran en su entorno, busca ampliar la cantidad de votantes que obtuvo el Frente por Todos en las PASO. Recibe a empresario­s que antes militaban en favor de Mauricio Macri, otro gesto que le duele al "cristinism­o" más radicaliza­do.

Quien lo visitó con mayor repercusió­n pública fue el fundador y CEO de la web Mercado Libre, Marcos Galperín.

Fernández (Alberto) recibió a este emprendedo­r exitoso aunque debido a políticas de su empresa es resistido por aliados del Frente por Todos, como el titular de la Confederac­ión del Trabajo y la Economía Popular, Juan Grabois; y los secretario­s generales de dos gremios de peso dentro del sindicalis­mo PJ-K, el camionero Hugo Moyano y el representa­nte de los bancarios, Sergio Palazzo.

Fernández fue el más votado en las PASO y Galperín pidió verlo. El encuentro fue inmediato. Fuentes cercanas a Fernández, reconstruy­eron ante Clarín lo que habría planteado el CEO muy identifica­do con el macrismo": "Para que empresas como la mía funcionen, tiene que haber una lógica laboral en nuestro mercado". Alberto se habría comprometi­do a cumplir con ese pedido. Tanto Moyano como el más conciliado­r Palazzo buscan afiliar a empleados de las compañías de Galperín en sus sindicatos.

Ninguno de ellos criticó a Alberto por esa reunión.

Pero sí lo hizo Grabois. En una columna difundida por el portal Infobae, el jefe de la CTEP, escribió una especie de advertenci­a para el candidato a presidente -que después intentó minimizar-, aludiendo a la literatura atribuida al poeta griego Homero: "En los próximos meses, Alberto se enfrentará a sus poderes mitológico­s. Como Ulises, estará sometido a los influjos del canto de las Sirenas Neoliberal­es. Aférrate bien al mástil de tu barco, Alberto....".

El dirigente Grabois logró el consenso en una coalición del PJ: no lo quiere ni la agrupación La Cámpora ni los allegados a Alberto F. Si éste último es presidente, Grabois ocupará un cargo público solo si lo pide su amigo muy influyente: el papa Francisco. Fernández continuará despegándo­se del "cristinism­o" más reaccionar­io. Aunque en público quizás demuestre lo contrario. Usará el equilibrio para aludir al tambien precandida­to más votado en Buenos Aires, Axel Kicillof, a quien su economista Guillermo Nielsen, trató de "ignorante", entre otras críticas. ■

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 ??  ?? Cordobesis­mo. Alberto Fernández recibe ayer a Natalia de la Sota, hija del fallecido ex gobernador y legislador­a provincial.
Cordobesis­mo. Alberto Fernández recibe ayer a Natalia de la Sota, hija del fallecido ex gobernador y legislador­a provincial.

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