La puerta de entrada a la Ciudad, arrasada por la desidia
Las flamantes instalaciones de la terminal Dellepiane contrastan con la ruina de Retiro, donde los baños están en pésimo estado, faltan asientos y reina la suciedad. A pesar de estas diferencias, ambas están a cargo de empresas vinculadas a Néstor Otero, preso por la causa de los cuadernos.
Desde 1993 Retiro es explotada por Terminal de Buenos Aires (TEBA), que tiene el contrato vencido y recibe prórrogas. El Gobierno nacional lanzó una licitación para buscar un nuevo operador, pero está paralizada. Según algunas versiones, el motivo es que la mejor oferta fue presentada por Terminales Terrestres, la empresa que opera Dellepiane. Pero desde el Ejecutivo no están dispuestos a dejarle Retiro a Otero, el mismo empresario que la mantiene en estado de abandono desde hace años a pesar de que es utilizada cada día por 50.000 pasajeros.
Dellepiane se terminó de construir en diciembre de 2016 y fue inaugurada en marzo de 2017. Costó más de US$ 30 millones. Su arquitectura es vanguardista, con techo y paredes vidriadas que permiten el ingreso de la luz del sol. Tiene un sector exclusivo para los micros que arriban y otro para los que parten. En todo el primer piso hay boleterías, oficinas y locales comerciales. Posee 48 dársenas para las operaciones, más un sector con paradas para 15 líneas de colectivos y 400 lugares para estacionar.
El objetivo era que absorbiera el 35% del movimiento de Retiro, pero apenas recibe el 1% de los servicios que pasan por la Ciudad. El motivo es que las empresas de ómnibus de larga distancia se niegan a usarla. Alegan que es poco accesible y que tendrían mayores costos por el uso de las dársenas y los peajes. Así, la puerta de entrada de Buenos Aires sigue siendo una terminal que parece un territorio arrasado por la desidia. ■