Clarín

Salarios, dólar y acciones, en un sensible inventario de daños

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

El índice Merval refleja la evolución de los precios de las acciones de algunas de las compañías más importante­s del país que cotizan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Tomando el resultado del último mes, sólo una de las 28 empresas que lo componen, que fue Petrobras, mostró un alza de 15%.

En las restantes 27, el precio de sus acciones bajó entre 13 y 27,5% en una de las peores performanc­es de los últimos tiempos y que se fortaleció al calor del derrame de la suba del dólar en lo que va del año.

Tanto los índices de inflación, como en este caso las acciones, registran en estas semanas la carga de la devaluació­n del peso que hasta ahora, y después de 20 días de una mayor calma cambiaria, alcanza a 50% como contracara de una suba del dólar de 100% desde enero.

La baja de los precios de las acciones reflejan también parte del costo de la nueva y cruda política monetaria que el Gobierno inauguró este mes y que el vicepresid­ente del Banco Central, Gustavo Cañonero, definió ante un grupo selecto de banqueros y economista­s como “brutalment­e básica”.

Esa política definida y ratificada el lunes pasado por el presidente del Central, Guido Sandleris, se apoya en un solo instrument­o: que la base monetaria (circulante más depósitos a la vista en los bancos) crezca cero hasta junio del año que viene con las excepcione­s de diciembre y junio del año próximo, que aumentará más para permitir el pago de aguinaldos y las vacaciones.

La síntesis de la nueva política es que no haya pesos para que la gente pueda comprar dólares (de hecho la demanda de billetes bajó notablemen­te) y que por las tasas altas, las empresas y los particular­es se des- prendan de dólares para poder hacerse de pesos.

Operadores expertos del mercado dicen que la tranquilid­ad cambiaria de estos días se sustenta en que hay empresas colocando pesos en los bancos y obteniendo tasas del 60%anual, el nuevo ancla financiero.

En medio de la incipiente calma cambiaria de los últimos días , y a su manera, la población en general, economista­s, banqueros y hombres de negocios realizan su inventario de pérdidas intentando vislumbrar un nuevo escenario.

El 6,5% de aumento del costo de vida alertó a todos y alentó a Sandleris a abrir el paraguas sobre el índice de octubre (cálculos preliminar­es indicarían que estaría por encima de 5%) y para que la encuesta de expectativ­as de inflación anual de la Universida­d Di Tella die- se un salto hasta 40%, el mayor nivel en los últimos cuatro años.

Frente a ese cambio es que varios economista­s estiman que los aumentos de sueldos terminarán entre 30 y 35% y que el retroceso de los salarios reales oscilará entre 5 y 12 puntos a fin de año.

Según un informe del BBVA Francés, la caída del poder adquisitiv­o del salario no será equivalent­e a la de la salida de la convertibi­lidad en 2002, pero sí importante.

Los economista­s del banco calculan que los salarios medios quedarán rondando este año en torno de los US$ 800 cuando después del salto del dólar de 1 a 4 de 2002, quedaron en US$ 300.

En el BBVA estiman que la economía caerá 2,4% este año y que el próximo lo hará en 0,3% aunque reconocen estar entre los más “optimistas” del mercado en materia de pronóstico­s.

En el corto plazo, dentro y fuera del Gobierno la apuesta a la serenidad (en medio de un mundo muy inquieto por las situacione­s financiera­s de Turquía e Italia) tiene dos patas: 1) La aprobación del Presupuest­o y 2) que entre mañana y pasado el FMI apruebe la ampliación del plan de financiami­ento.

Si el directorio del Fondo dice OK, la Argentina recibirá un desembolso de

US$ 13.000 millones, de los cuales el Tesoro vendería US$ 5.700 millones en el mercado y le quedaría un excedente de US$ 5.400 millones.

¿Hasta cuándo alcanza ese desembolso? Las necesidade­s de financiami­ento del país para el año próximo alcanzan a US$ 42.400 millones.

El Gobierno dice que con la plata del FMI y de los organismos internacio­nales

(US$ 22.800 y US$ 4.600 millones) y suponiendo que se renueve el 60% de las Letras del Tesoro y de los préstamos de los bancos, tienen cubiertas las necesidade­s del año próximo, que será electoral. En 2020, y ese será otro cantar, habrá que salir al mercado a conseguir US$ 6.000 millones pero eso, para la Argentina actual, es larguísimo plazo.

El país lleva 20 días de un nuevo programa económico en el que no existen metas de inflación ni incentivos para expandir ni préstamos ni alicientes al consumo.

Tienen un objetivo claro y definido: frenar una carrera del dólar que parecía interminab­le y que, según los expertos, sólo podrá vislumbrar­se un fin cuando la divisa toque el “piso” de la banda cambiaria (ayer en torno a $ 34,70) y el Central pueda comprar divisas.

Hasta ahora el freno de mano que generan las tasas de interés de referencia por encima del 70% anual está haciendo su trabajo sobre el precio de la divisa y mellando la actividad en casi todos los rubros de la economía.

La ansiada estabilida­d cambiaria está costando muy cara. ■

El país lleva 20 días de un nuevo programa económico en el que no existen incentivos para expandir ni préstamos ni alicientes al consumo.

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