Clarín

River perdió y se complicó para la revancha por la Libertador­es

El equipo brasileño se plantó con autoridad y tuvo aplomo defensivo para ganar la ida de la semifinal. Michel marcó la diferencia. El perdedor estuvo lejos de su nivel.

- Adrián Maladesky amaladesky@clarin.com

Le faltó profundida­d ante el planteo más cauteloso de Gremio, que aprovechó su chance y le ganó 1-0 en el Monumental. La revancha se jugará el martes en Porto Alegre. Esta noche, Boca y Palmeiras inician la otra semifinal en la Bombonera.

Nadie dijo que sería fácil.

Tampoco que este Gremio con credencial­es de campeón pero con la au- sencia de varias de sus figuras sería capaz de plantarse con tanta autoridad táctica y tanto aplomo defensivo como para llevarse un premio tan inmenso.

River nunca pudo ser el River que se sueña candidato. Se enredó una y otra vez en la telaraña que le armó con paciencia budista el equipo brasileño sin encontrar respuestas en los que jugaron de entrada y en los cambios de nombres que propuso Gallardo después.

No explotó Quintero jugando de titular, no desequilib­ró Pity Martínez en su regreso, no asustaron Scocco y Borré. Gremio no los dejó y ninguno de ellos pudo torcer el musculoso brazo del adversario. Un rival muy ordenado al que nadie supo desordenar durante 90 minutos.

Se sabe que el equipo de Renato Portaluppi lleva décadas afiliado al sector duro del fútbol brasileño. Ingenuidad cero. Lirismo menos diez. Nada de laterales que juegan pero no marcan y de aventuras solitarias que cuestan errores defensivos. Gremio todo lo hizo en grupo y el único que jugó aislado fue el delantero Jael. Se supo visitante, pero lejos estuvo de achicarse.

Gremio es un equipo duro, que ya no tiene a Arthur respecto al año pasado y que pisó el Monumental sin su goleador Everton y sin su figura Luan (siquiera fue al banco). Pero de descafeina­do, poco y nada. Por momentos es insoportab­le: mañero, molesto. Tiene muy claro a qué juega y cómo hacerlo.

Y River no encontró los espacios porque no estuvieron. Gremio congestion­ó la autopista central y también las colectoras, con un 4-1-4-1 ce-

River nunca pudo ser el River que se sueña candidato. Se enredó una y otra vez.

rrado y ancho, como para que Casco y Martínez no pudieran alcanzar la velocidad máxima y mucho menos Borré, encerrado en la trinchera que controlan armados hasta las tobilleras Geromel y Kannemann.

El olor a pólvora que le puso perfume al escenario con la ruidosa entrada del equipo se disipó en un juego lento y previsible y los fuegos artificial­es de aquella bienvenida llena de ilusión se diluyeron en la falta de elec-

tricidad y de cambio de ritmo que mostró el conjunto local.

Gremio se propuso en de entrada nomás jugar lejos de Marcelo Grohe y lejos de Armani y que el reloj rindiera lo menos posible para que corriera a su favor. Lo logró sobro todo en la primera mitad en la que ninguno de los dos inquietó a los de hombres de guantes más allá de algún remate aislado como los que intentó Exequiel Palacios. Y lo sostuvo después hasta que aquella tibia amenaza de pelota parada que había insinuado se convirtió en un puñal con el cabezazo perfecto de un Michel que no estaba en la libreta de nadie, que anticipó a todos y que se impuso en lo alto ante la pasividad de la defensa local y de su arquero.

Fue silencio y decepción de la multitud que había armado una verdadera fiesta en el arranque y lo fue de allí hasta el final porque River y Gremio siguieron igual, con el negocio perfecto para el lado visitante, claro.

Nadie dijo que sería fácil y nadie puede asegurar que la historia quedó escrita en la decepciona­nte noche de Núñez.

Para seguir imaginando y soñando con un pasaje rumbo a la final muchas cosas tendrán que cambiar. Y sobre todo deberá suceder del lado de River.

 ?? AFP ?? En ventaja. Michel, de cabeza, marcó el gol a los 16 m. del segundo tiempo.
AFP En ventaja. Michel, de cabeza, marcó el gol a los 16 m. del segundo tiempo.
 ?? JUANO TESONE ?? Cara y ceca. Detrás del derrotado Armani, los jugadores de Gremio festejan el gol en el segundo tiempo. Los de River, en cambio, son la imagen de la resignació­n.
JUANO TESONE Cara y ceca. Detrás del derrotado Armani, los jugadores de Gremio festejan el gol en el segundo tiempo. Los de River, en cambio, son la imagen de la resignació­n.

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