Clarín

Pasajes porteños de leyenda

- Judith Savloff jsavloff@clarin.com

Es un oasis en medio del ajetreo y un viaje sin escalas a la Buenos Aires chic de principios de siglo XX. Entre columnas de mármol y locales decorados con curvas elegantes y rectas graciosas, el Pasaje Roverano (1918) permite dejar atrás enseguida el trajín de Avenida Mayo al 500, en el Microcentr­o porteño. Frenar. Y entonces, se puede evocar al autor de El Principito, Antoine de SaintExupé­ry, en la década de 1930, subiendo por las escaleras de ese lugar para buscar cartas en la Compañía Aérea Nacional y llevarlas con su monoplano hasta la Patagonia.

Algo parecido -es decir, desenchufe ideal para redescubir Capital-, ofre- ce el Pasaje 5 de Julio (1822), en Belgrano entre Balcarce y Defensa, con el empedrado, los bancos y los farolitos. Aunque ese páramo guarda otra clase de memorias, perturbado­ras. Se cuenta que por ahí, en parte de lo que había sido la huerta de los dominicos, enterraron restos de soldados ingleses muertos en la Segunda Invasión, de 1807. Algunas fuentes hablan de hasta 3.000 cuerpos.

Todo lo recuerdan a Clarín desde la Dirección de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad, que propone este mes visitas guiadas gratuitas por pasajes de Monserrat, como ésos, y de San Telmo. “Como pasadizos arbolados en manzanas densamente edificadas o viviendas señoriales convertida­s en conventill­os o galerías comerciale­s, los pasajes configuran ámbitos singulares, que muchas veces son ‘descubiert­os’ de ca- sualidad”, explican. Y “cada uno tiene sus singularid­ades y anécdotas”.

Puede ser el mito del esclavo liberto que vivió en la “casa mínima” (2,5 metros de frente) en Pasaje San Lorenzo 380. O el recuerdo de la filmación de Un guapo del 900 (Leopoldo Torre Nilsson, 1960) entre las casonas mitad estilo neorrenace­ntista italiano y mitad neoclásico francés del Pasaje de la Piedad, en Mitre al 1500.

El 5 de Julio es veterano. La mayoría de los pasajes porteños nacieron en 1880, cuando había que hacer espacio para los inmigrante­s y las manzanas de la clásica cuadrícula española se dividieron. Las casonas coloniales con varios patios fueron reemplazad­as por casas chorizo que un par de décadas después serían, a su vez, reemplazad­as por viviendas colectivas con espacios de uso común: nuevos patios y pasillos en L, U y sin salida. O sea, pasajes.

Eran los años en los que Buenos Aires se convertía en metrópolis. El Roverano puede mostrar algo de aquel cambio. Los hermanos Ángel y Pascual Roverano hicieron en 1878 un edificio para alquilar en Victoria –hoy Yrigoyen–. Una década después, cuando empezaron a trazar la Avenida de Mayo ya expropiar construcci­ones para demolerlas, cedieron 135 m2 y pidieron indemnizar a sus inquilinos. En 1912, el arquitecto Eugenio Gantner rediseñó el lugar: 7 pisos, subsuelo y fachada neoclásica francesa para el viejo fondo, la Avenida actual. Hay más. El Pasaje guarda otro “secreto” antiguo y útil: una entrada directa al subte A. ■

Las visitas se harán mañana y el 29, a las 10. Más informació­n e inscripció­n en la web de Casco Histórico. Ojo: si llueve, pasan al sábado siguiente.

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FOTOS: ARCHIVO CLARÍN Los que dicen que fue diseñado según “La Divina Comedia” consideran que el Pasaje representa “el infierno”, con “flores de fuego” dibujadas en el piso y “bestias” sobre las columnas. Une Av. de Mayo 1370 e Yrigoyen.
 ??  ?? Se dice que en un sótano entrenaba Justo Suárez, el “Torito de Mataderos”. Lo cierto es que aquí vivieron el bailarín Jorge Donn y Olmedo. Aun con los portones cerrados, invita a viajar 150 años atrás. Mitre 1505-95.
Se dice que en un sótano entrenaba Justo Suárez, el “Torito de Mataderos”. Lo cierto es que aquí vivieron el bailarín Jorge Donn y Olmedo. Aun con los portones cerrados, invita a viajar 150 años atrás. Mitre 1505-95.
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Lo bautizaron así en conmemorac­ión de la defensa criolla en la invasión de los ingleses en 1807, y se cuenta que por allí enterraron restos de esos soldados: hasta 3.000 cuerpos. En Belgrano, entre Defensa y Balcarce.
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Saint-Exupéry, autor de “El Principito”, subía esas escaleras en los ‘30 para buscar cartas y repartirla­s. Jorge Bergoglio iba a la peluquería del Pasaje, en Av. de Mayo 560, antes de ser nombrado Papa.

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