La Copa Libertadores es una obsesión que a Boca ya le costó 65 millones de dólares
Es lo que invirtió en 38 refuerzos desde 2015. El equipo ganó los tres torneos largos locales y vuelve a apostar al gran objetivo que es ser el mejor de América.
Boca tiene una obsesión y se llama Copa Libertadores. La séptima, esa que persigue con algo más que anhelo, es lo que todos quieren. Los hinchas, el cuerpo técnico y los dirigentes. La voz de Daniel Angelici, quien alguna vez prometió un pasaporte lleno de sellos, no esquiva esa responde sabilidad: “Uno siempre trabaja para ganar campeonatos. Durante los seis años que llevamos al frente del club ganamos cosas pero la gran obsesión de todos es la Copa Libertadores. Hemos hecho esfuerzos todos los años”. La Copa atrae y cada vez que se acerca un partido por el torneo, como ahora, como mañana ante Libertad, por los octavos de final, la mente del Mundo Boca se dispara. Es que la obsesión es también una idea permanente, un trastorno y que en su etimología se le asigna un rol peligroso: las personas se encuentran dominados por esa obsesión. ¿Boca también?
“Hemos hecho esfuerzos todos estos años, hemos ganado cinco títulos pero nuestra obsesión es la Copa”, blanqueó el presidente, quien en diciembre de 2019 cerrará su segundo mandato en el club. Y la estadística da cuenta de que esa inversión no solo fue en esfuerzo: también se trasladó a la economía. La última vez que la ganó fue en el 2007, pero desde enero de 2015, cuando volvió a disputar el torneo tras un año de ausencia, Boca se movió como pocos para reconquistarla. Un dato: contrató a 38 refuerzos con una inversión superior a los 65 millones de dólares. Con apellidos como los de Tevez (llegó de Juventus a cambio de 5 millones de dólares, luego emigró a China y regresó como jugador libre) y Daniel Osvaldo (tuvo dos períodos hasta que Barros Schelotto prescindió de él), pasando por grandes aciertos como el de Darío Benedetto (fue la primera apuesta más fuerte, con 6 millones de dólares de inversión) y el colombiano Wilmar Barrios. El club se movió mucho y no pudo llegar a la cima América.
En ese lapso, en la cancha hubo de todo. Se cambió cuatro veces de arquero titular (Orion, Sara, Rossi y ahora llegó Andrada), cinco veces la pareja de centrales titulares (Tobio, Daniel Díaz, Torsiglieri, Insaurralde, Goltz y Magallán son algunos de los que jugaron) y la inestabilidad por las lesiones de Gago alteraron el mediocampo.
Arriba, la camiseta 10 se la turnaron el uruguayo Nicolás Lodeiro (vendido en el doble de lo que se lo compró), Tevez (entraron 9 millones de dólares por su partida a China), Ricardo Centurión (llegó a préstamo y su conducta lo expulsó del club) y Edwin Cardona, todavía en evaluación. La explosión más grande fue la de Cristian Pavón, quien pasó de ser cedido a préstamo a Colón en la B Nacional a jugar el Mundial de Rusia. Hoy la cláusula de rescisión de Pavón es de 50 millones de dólares.
Claro: mientras Boca se capitalizó para ser campeón de América sin lograrlo hasta ahora, en el camino se fue adueñando del fútbol argentino: ganó los tres torneos largos desde 2015, es el actual bicampeón de la Superliga y la idea de sumar otra estrella en lo doméstico también lo seduce. “Queremos el tricampeonato”, avisaron Guillermo y Angelici en continuado. En la economía, los números le cierran a Boca: será el tercer balance consecutivo con 300 millones de pesos de superávit; las ventas de futbolistas duplicaron el valor de los gas-
tos e incluso con la construcción de un Complejo para el fútbol juvenil en Ezeiza, la tesorería está saneada. Por eso la obsesión es doble: se gana en Argentina, se administra bien pero falta esa corona con forma de trofeo para ser Rey continental.
Hay algo más. Desde que Guillermo es el entrenador del club, en marzo de 2016, Boca gastó un poco menos que River (en ese tiempo sumó dos Copa Argentina y una Supercopa) y poco más que Racing (no obtuvo títulos), ganó dos torneos largos con récord de permanencia en la cima del fútbol argentino y con un detalle que se valora en la conducción del club: el Mellizo rearmó dos veces el plantel y hoy el equipo encuentra en Pavón, Barrios, Magallán, Nandez y Benedetto posibles ingresos por ventas que superan los 50 millones de euros (muchos de ellos entrarán en diciembre). En las otras veredas la ecuación no cierra.
Pero el camino a la Copa se hizo difícil. A la polémica eliminación ante River en 2015, sin la finalización del partido tras la agresión con gas pimienta sufrida por el plantel de Núñez le siguió una buena Copa de 2016, que se truncó en semifinales de manera sorpresiva ante Independiente del Valle, de local. En 2017, Boca se ausentó de la Libertadores y el club lo padeció. Ahora vuelve a iniciarse el sueño desde los octavos de final tras superar con angustia la fase de grupos.
“La Copa es difícil, cada vez hay más equipos que se arman para ganarla y en esta edición la jugaron la mayor cantidad de campeones de la historia. Boca es candidato siempre, porque la historia del club te lleva a eso. La presión es grande, pero el jugador de Boca debe poder administrarla y asimilarla”, fue la mirada de Guillermo ante Clarín, en el inicio de la travesía internacional. Ahora, antes del partido contra Libertad de Paraguay, el mensaje es similar: “La Copa nos genera expectativas a los jugadores, al técnico y a los hinchas. Pero el club, la grandeza, la historia y la ambición de Boca es así. Mi tarea es bajar un mensaje claro, porque en la Copa un gol de local o de visitante cambia todo, entonces hay que salir a la cancha no sólo a jugar, sino a tener un plan, una estrategia para desarrollar y respetarla”.
Angelici volvió a dejarlo a la vista de todos. “A veces en el fútbol hay distintas circunstancias que hace que no se terminan dando los resultados... Pero esperemos que sea este año... y el otro también, porque somos Boca y estamos obligados a ser protagonistas de todos los torneos, es el más grande de Argentina y uno de los cinco más reconocidos en el mundo”. A su lado, Esteban Andrada también entendió en una semana de lo que se trata. “El club, los hinchas, los dirigentes, los compañeros y el técnico te hacen saber cuando entrás al club lo que significa ponerse la camiseta de Boca y lo que representa ganar la Copa; es el gran objetivo que tenemos”, contó el arquero. La obsesión absorbe a todos. ¿Se soporta?w
Vamos a intentar darle la alegría al socio con estos profesionales de jerarquía, porque son ocho jugadores de Selección”.
Que el árbitro con Libertad sea brasileño no me preocupa. Si dudo de algún árbitro lo haré público y lo diré en la Conmebol”.