Clarín

Así pasa el Madrid Real, otra vez finalista

Eliminó con polémica al Bayern y va por su tercera Champions consecutiv­a. Hoy, Roma-Liverpool.

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

Llega el último centro al área del Real Madrid. En realidad es un estupendo pase largo al que le faltan centímetro­s para ser perfecto. Joshua Kimmich -que ya jugó un partidazo desde su posición de lateral derechono llega a conectar la pelota. Es el último de los suspiros de un partido de maravillas, cambiante, capaz de atrapar incluso a los ajenos a este deporte. Se trata del sexto minuto de descuento. El suspenso es el último de los invitados a la fiesta, a esta celebració­n del fútbol de ataque.

El encuentro termina en un empate 2-2. Es la certeza de la clasificac­ión del Real Madrid a su tercera final con- secutiva y de la injusticia para ese Bayern Munich que merecía otro desenlace. El 2-1 de la ida, en el Allianz Arena, terminó pesando en esta serie semifinal.

Zinedine Zidane, que vive cada partido como si poco sucediera, con una calma que asombra, respira al borde del campo de juego, ofrece una sonrisa breve. Es la cara de la victoria. Las dos figuras de su equipo fueron esos dos tipos que siempre escuchan y leen nombres de reemplazan­tes en los medios de la capital española: Keylor Navas atajó como un superhéroe y rescató a su equipo ante la búsqueda insaciable del gigante bávaro; Karim Benzema -francés de orgulloso origen argelino, como el entrenador- le agradeció la confianza con los dos goles. Ante un Cristiano Ronaldo de participac­ión escasa, el 9 brindó la contundenc­ia que hacía falta.

Antes de ese final de cuento, hubo un partido encantador. Con cuatro goles, con 24 remates a los arcos, con intensidad, con laterales con llegada como si fueran wines, con mediocampi­stas capaces de jugar a uno o a dos toques, con precisión en cada pase de 30, 40 o 50 metros, con errores - también- que facilitan la emoción (como el pase de Corentin Tolisso que Sven Ulreich transformó en blooper y gol rival, al inicio del segundo tiempo), con aciertos propios de cracks; con jugadas colectivas que retratan elaboració­n previa, proyecto de juego, idea desarrolla­da; con jugadas individual­es que ofrecen razones para entender por qué el Real y el Bayern cuentan con dos de los cuatro planteles con mayor valor de mercado. Un escenario que resulta imposible para el fútbol argentino, para nuestra Superliga que vive a los tropiezos, con clubes frecuentem­ente presos de las urgencias y con presupuest­os acotados.

Correspond­e decirlo: el campeón de la Bundesliga jugó en el Santiago Bernabéu como si estuviera en Munich. Sin inhibicion­es, convencido. Se puso en ventaja con un gol de un lateral, Kimmich. Demostraci­ón de que todos están para atacar.

Pagó con goles del Real Madrid errores impropios de un equipo que tenía todo para abrazar -como en 2013- la Triple Corona. No le sancionaro­n a favor un penal por una clara

mano de Marcelo, sobre el final del primer tiempo. No hubo quejas. Se repuso. Siguió yendo. Lo empató con una aparición de James Rodríguez, aquel mediocampi­sta de Banfield que tras este paso por el fútbol de Alemania se recicló en un todocampis­ta: puede jugar de enganche, de volante externo, de doble cinco. El Bernabéu, su anterior escenario, lo despidió con aplausos. Quizá porque no gritó el gol. Seguro por su fútbol.

Por momentos, el Bayern se lo llevó por delante al rival. Pero no era cualquier rival. “El Madrid nunca muere”, grita -desde el lugar de los hechosel título principal del diario Marca. Esa sensación de equipo inmortal se está haciendo muy notable en la era Zidane: no perdió ningún mano a mano internacio­nal (Champions, Supercopa de Europa, Mundial de Clubes) en las últimas tres temporadas. Impresiona­nte. Ese detalle, también, jerarquiza la colosal actuación del Bayern.

En cualquier caso, en este partido - el que más enfrentami­entos registra por competicio­nes de la UEFA- otra vez se impuso esa mística, esa sensación de que -más allá de todo y de todos, incluso del rival enorme- siempre gana el Madrid. O casi. No es casualidad el grito de sus hinchas: van por La Trece. Se refieren a la Champions. Parece mentira. Pero es la verdad de la Casa Blanca.

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AFP Cara y cruz. Kimmich sufre el empate que fue eliminació­n. Marcelo agradece a algún Dios. Cristiano abraza a Benzema, uno de los héroes del Madrid en otra gran noche blanca.
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Por duplicado. Benzema marcó los goles en el empate 2-2 en el Bernabéu.

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