Clarín

Canción urgente para Nicaragua

- Héctor Gambini

Es abril de 1984. Alfonsín asumió hace cuatro meses y Obras Sanitarias explota con un recital de la nueva trova cubana, encarnada en Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Silvio canta allí, en vivo, uno de los temas de su magnífico álbum "Unicornio". Se llama "Canción urgente para Nicaragua". Las pulsacione­s del brote democrátic­o argentino se aceleran. La noche de la dictadura queda atrás, y todo renace. También la conciencia por Latinoamér­ica y todas sus noches oscuras. Cuando Silvio Rodríguez sube al escenario en Buenos Aires, el hombre fuerte en Nicaragua es Daniel Ortega, una de las figuras del Frente Sandinista de Liberación Nacional que acabó con la dictadura de Anastasio Somoza.

Ahora también es abril, pero de 2018. Nicaragua aparece envuelta en una crisis social a raíz de los intentos del gobierno para cambiar el régimen jubilatori­o que consiste en aumentar los aportes a los trabajador­es y bajarles los haberes a los jubilados. Hay manifestac­iones por todo el país y el gobierno reprime. La policía dispara contra los jóvenes en Managua y otras ciudades del interior y hay 28 muertos. Pasaron 34 años. El presidente de Nicaragua es, otra vez, Daniel Ortega.

Ortega atribuye los desmanes a "la derecha", pero es su gobierno el que reprime las manifestac­iones sociales. Después de los muertos, Ortega dice que retira su decreto de cambiar las jubilacion­es. Ya es tarde.

Entre las víctimas queda el periodista Angel Gahona. Murió mientras hacía un Facebook Live para el noticiero. Su asesinato se ve en YouTube. Hiela la sangre. Los periodista­s que estaban cerca de él dijeron que el balazo sólo pudo provenir de la Policía o los grupos antimotine­s del gobierno. Gahona era padre de un chico de 16 años y de una nena de 4. Su mujer le pidió que se cuidara en la calle. Nadie tuvo que avisarle lo que le pasó: lo vio en vivo.

Para la vicepresid­enta Rosario Murillo (esposa de Ortega y sobrina nieta de Augusto Sandino), los muertos de las protestas fueron "unos 10". Ella forma parte de las peores sombras de Ortega: regaló a su antojo poemas originales de Rubén Darío -obras del patrimonio nacional- y amparó a su marido ante las denuncias de violación de su propia hija.

Ortega fue presidente de Nicaragua cuatro veces. Y otras tres perdió. En sus últimas presentaci­ones abandonó el rojo y negro de los sandinista­s para hacer campaña con rosas y celestes pastel y poner en sus discursos pala-

Ahora Ortega se parece a Somoza: “Son la misma cosa”, canta la gente en las marchas callejeras.

bras como Dios, Amor y Paz. En plena crisis venezolana -el país que financiaba buena parte de su déficit- se muestra amigable con Estados Unidos. Pero gobierna por decreto y ya hasta los estudiante­s están en su contra. Él dice que son pandillero­s. Es lo mismo que decía Somoza cuando Ortega lo echó del poder.

En aquellos primeros años de la revolución, Ortega soportó la acción de los contras, financiado­s por Ronald Reagan y dictadura argentina para voltear al gobierno sandinista. Ahora Ortega se parece a Somoza -"son la misma cosa", canta la gente en las marchas- y su represión mata a un periodista nacido en 1980, cuando la revolución había comenzado y Silvio Rodríguez componía los primeros versos de su Canción urgente...

"Andará Nicaragua, su camino a la gloria", decía. Pero el relato del sueño socialista se volvió otra autocracia eterna que reprime opositores sin control. Y la canción urgente no se termina nunca: el propio Silvio Rodríguez se negó a cantarla la última vez que fue a Managua, en 2008. De mal humor, le dijo al público que ya no recordaba la letra.

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