Clarín

El Spielberg que quiere la gente

El director vuelve a ejercitar sus músculos para el entretenim­iento en este filme futurista sobre la realidad virtual.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Ready Player One

Acción/Aventura. EE.UU., 2018. 140’, SAM 13. De: Steven Spielberg. Con:

Tye Sheridan, Olivia Cooke. Salas: IMAX, Cinemark Palermo, Village Caballito, Hoyts Dot. Lo hemos dicho una y mil veces. Hay más de un Spielberg cuando el director de E.T. y La lista de Schindler se po- ne detrás de cámara. Es un maestro de la narración, sea que cuente una historia de aventuras o se base en algún hecho histórico, pero Spielberg, a sus aún jóvenes 71 años, evidenteme­nte se siente más cómodo con el tipo de relato que le permite Ready Player One.

Esto es: acción, suspenso, humor y aventura en estado puro.

Ready Player One -la frase que acuñó Atari cada vez que empezaba uno de sus videojuego­s- es también una película de aliento ochentoso. De hecho, la novela de Ernest Cline en la que se basa hacía cierta pleitesía de Spielberg, a lo cual el director de Los cazadores del arca perdida ha desechado en parte, y sólo hay menciones a alguna que otra producción suya - el DeLorean que maneja el avatar del protagonis­ta en Oasis, el mundo de realidad virtual que convive con el real- es un ejemplo.

Es 2045, y en un Ohio distópico Wade (Tye Sheridan) vive, como tantos otros, entre el hacinamien­to -en una edificio torre semiderrui­do- y esa realidad virtual que el filme imagina que ha atrapado a todo el mundo.

Al fallecer el creador de Oasis (Mark Rylance, nuevo fetiche de Spielberg), éste deja ocultas tres llaves para alcanzar una meta y convertirs­e en el dueño de las acciones de la empresa. Por supuesto que hay buenos y malos, y Wade, cuando juega con su avatar, Parzival, tiene amigos virtuales que no conoce en la vida real. Y hay

malvados capaces de hacer lo que sea necesario para apoderarse de Oasis.

El australian­o Ben Mendelsohn, Danny en Bloodline, de Netflix, es Sorrento, el villano en cuestión, un personaje que él hace tan rico como Sheridan al protagonis­ta.

El desafío de Spielberg fue contar estos dos mundos, el “real”, casi apocalípti­co y futuro, y el virtual, igualmente increíble, empardarlo­s y hacer que el espectador se sienta cómodo, a sus an- chas, tanto en uno como en otro.

La película tiene un comienzo alucinante, casi arrollador, que disipa los temores de los últimos filmes del director de Tiburón que apuntaban al entretenim­iento, como El buen amigo gigante o Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal.

Además del DeLorean, están los dinosaurio­s de Jurassic Park, una escena en honor a El resplandor, de Kubrick, Godzilla, King Kong, Chucky y siguen los hits.

Pero también Ready Player One ofrece material para el análisis. Los que juegan en Oasis lo hacen para escapar de la realidad que los circunda. Y hay muchos temas comunes al cine de Spielberg -personajes sin padres, los chicos siendo más sensibles, inteligent­es y dúctiles y sinceros que los adultos, la cultura pop, que aquí estalla en mil colores-.

Porque ¿qué es lo más importante en un juego? ¿Divertirse con amigos o vencer al ocasional contrincan­te? De eso trata también Ready Player One, del placer de compartir una aventura cinematogr­áfica, como las que sabía contar Spielberg cuando éramos chicos. ■

 ?? WARNER BROS. ?? Lo veo, y lo creo. Tye Sheridan, protagonis­ta “real”.
WARNER BROS. Lo veo, y lo creo. Tye Sheridan, protagonis­ta “real”.

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