Crímenes reciclados en el futuro
Esta serie, situada en el año 2384, cuenta que la identidad humana puede almacenarse en soportes digitales y transferirse de un cuerpo a otro. Un militar rebelde es revivido para investigar un asesinato.
Altered Carbon
Drama de ciencia-ficción. De: Laeta Kalogridis. Con: Joel Kinnaman, James Purefoy, Martha Higareda, Kristin Lehman, Chris Conner y otros.
“Sr. Kovacs, ¿no se enteró? Dios estámuerto y nosotros lo reemplazamos”, brinda Laurens Bancroft, el magnate que hizo revivir al implacable Takeshi Kovacs, 250 años después.
La serie Altered Carbon está disponible en Netflix desde el 2 de febrero y todo en ella busca impactar. Corre el año 2384: el mundo está regado de violencia y de adicciones tecnológicas para pobres y ricos. La ciencia inventó otro negocio: la conciencia humana se almacena en soportes digitales y es traspasada de un cuerpo a otro. Es una “funda” para la identidad.
Quien posea más millones podrá pagar una funda mejor, desde ya. Bancroft (James Purefoy) eligió recobrar la mente de Kovacs, un ex militar de unidades especiales asesinado por rebelarse contra el sistema. Y lo transfirió al cuerpo de un rubio musculoso para que investigue cómo fue que el propio Bancroft murió (pero terminó en una funda clonada de sí mismo, al igual que su sensual esposa).
¿Se suicidó, como dicen todos, o alguien de su círculo servil regó sus sesos de un tiro contra la pared? Bancroft perdió los recuerdos previos a su deceso. Ahora tiene 365 años y te-
me que lo maten otra vez. “Si Ud. es un Dios, ¿para qué diablos me necesita?”, desafía Kovacs, sin mirar a su patrón. “Todas las deidades tienen subordinados. Encuentre lo que los demás no vieron”, ordena el magnate.
En los ojos del conspirador devenido detective las emociones se difuminarán: miedo, codicia, nostalgia, humor. El actor Joel Kinnaman, famoso por la serie policial The Killing, por la remake de Robocop y por la última temporada de House of Cards, no puede inventar la empatía si no está presente en el guión.
Los diálogos recurrentes de Alte
red Carbon dificultan el factor sorpresa de un argumento intrincado, que remite tanto a Blade Runner como a distintos aspectos de la obra de Stanley Kubrick. Pero su tono noir, mezcla de retórica cyberpunk, de policial negro y de ciencia-ficción distópica, no logra alejarse de la solemnidad.
Más allá de las peleas bien editadas -con ambición digital-, esta serie de Laeta Kalogridis, basada en la novela homónima de Richard K. Morgan, los datos tecnológicos que halla Kovacs no suman nitidez. En edificios espaciales o en un submundo de dealers, prostitución juvenil y mercenarios, habrá una moral similar: el progreso trajo armas para todos.
“¿Por qué me trajeron de vuelta?”, se pregunta Kovacs, quien sufre por haber visto a sus compañeros terroristas exterminados por el poder corporativo global, sus sicarios con ametralladoras de miras rojas. ¿Acaso no se parecen, ellos, a Robocop?
Altered Carbon se rodea de un aura filosófica para explicar los hilos de este futuro de oferta y demanda de fundas humanas, pero sólo como pausas hasta las nuevas secuencias de violencia extrema en sus diez episodios (eso sí, de gran poder visual).
Claro que algunos seres mantendrán la chispa y el ingenio. Uno es Chris Conner en la piel de Poe, el cómico cerebro del hotel The Raven (el guiño literario es evidente, pero confuso). Pero la mejor contraparte del conspirador devenido detective no será virtual. Y no lo dejará escapar.
Martha Higareda encarna a la oficial de policía Kristin Ortega, de origen mexicano. Será una sombra vigilante del rubio musculoso. Aunque no blanquee su deseo (toda funda nueva tiene mayor potencia sexual), cuando estén juntos sus ojos van a reflejar su pícara humanidad. Debajo de la dura piel renacida de Kovacs late un corazón que se puede salvar.