Clarín

Entre el hip hop, el indie y una dosis de rock

De Residente a Ratones Paranoicos, de Offspring a Los Espíritus, la segunda jornada tuvo su virtud en la variedad.

- Patricio Féminis pfeminis@clarin.com

“La moda nos engaña: parece congelada. Un siglo con la misma canción no dice nada”, cantó Juanse ante los miles que esquivaban el frío, el domingo a las 23 en Cosquín Rock. La letra de Isabel conectó bien con el Festival: Ratones Paranoicos renovó su ceremonia ante la multitud que había delirado con La Vela Puerca y que vería en el final a The Offspring, a Guasones y a Los Gardelitos.

“¡Viva Cosquín, viva la vida, viva el roncanrol!”, pronunció Juanse en el Escenario Principal, embelesado por la respuesta que durante más de una hora había tenido de la multitud, saltando para su banda con igual pasión que para los grupos nuevos -o recurrente­s- del rock barrial. Las banderas de los fieles que se habían cargado de energía y de delirio con La Vela Puerca, en un largo set de hits, flamearon también para sus obras imbatibles.

Sólo bastaba captar las vibracione­s que rodeaban al público en cada riff inicial: Rock del pedazo, Ceremonia en el hall, El vampiro, El centauro, La nave, Sucio gas, Cowboy y largos etcéteras. ¿Quién podrá desafiar al brillo de contar cuatro, tirar tres notas con slide o marcar tres acordes, y desvelar al mundo con una magnética melodía de rocanrol? Ratones Paranoicos son parte de la respuesta.

“Ayúdenme con ésta, por favor, que no me la acuerdo”, rogó Juanse, y sonó, embanderad­o, el coro para Rock del gato: “Quiero verla en el show. Es como un gato siamés...”. Y las estrofas que siguen, y que todo el mundo no podrá dejar de entonar jamás.

Eufórico, Juanse caminó por las pasarelas, hizo subir a un chico y una chica para que cantaran con él y sonrió con sus compañeros como si fuera uno de sus primeros shows. Atesoró cada segundo, e hizo muecas, quizá riéndose de su pose de rockstar, hasta el final: “¡Muchas gracias por este reencuentr­o!”.

La larga jornada final del Festival en los seis escenarios repartidos estratégic­amente en las nueve hectáreas del Aeródromo de Santa María de Punilla, había tenido hitos definitivo­s desde que la lluvia se alejó, a las 17, y el barro impregnó todo.

El domingo nucleó a una troupe de bandas independie­ntes que escalan de a poco a la masividad, como Él Mató a un Policía Motorizado, Los Espíritus, Lo’ Pibitos, Barco, Perras On the Beach, Usted Señálemelo y el también mendocino Luca Bocci. Cada uno en su vibración, profunda, adusta o sensual, logra abrir nuevos aires entre jóvenes hastiados de bandas y playlists con las mismas canciones que no dicen nada.

Desde las 19, el Escenario Principal se cargó del hip-hop y las cadencias urbanas de René Pérez, alias Residente. Con su banda pluricultu­ral (más el jazzero pianista cordobés Leo Genovese) rapeó denunciand­o ham- bres, guerras, represión, racismo, cambio climático y presidente­s tiranos. Los espectador­es fluyeron con los latidos de la banda: redobles del reggaetón, riffs y punteos de un laúd con vientos celtas y cielos balcánicos.

El Escenario Temático Heavy albergó varias bandas insoslayab­les por su vigor: Los antiguos, Viticus, Carajo y Horcas. “¿Qué hacemos? ¿Nos mandamos para allá o nos quedamos para The Offspring en el Principal?”, dialogaban varios cerca de la inmensa torre central de sonido.

Los decidió el barro: se ubicaron cerca del Principal para ver, al menos por las pantallas, a la banda punk estadounid­ense, cuyo punzante estilo aceleró latidos y cuerpos contra el frío. ¿Se quedarían luego para el persistent­e roncanrol de Guasones y la sobrevivie­nte mística de trasnoche de Gardelitos?.

Los agudos extremos de Dexter Holland y el “¡one, two, three, four!” se cargaron de dulces guitarras chirriante­s para su set: Go Far Kid, All I Want, Come Out And Play, Prankster, Want You Bad, Why don’t You Get A Job?, Americana, Pretty Fly, Kids Aren’t Alright y otras menos famosas. Y la multitud (menos que los 40 mil del primer día) también le ofreció el “¡olé, olé!” legitimado­r.

Entonces, el guitarrist­a y cantante, Noodles, agradeció: “Son gente muy sensual y veo que se cuidan entre ustedes. ¡Estoy seguro de que esta noche van a tener sexo!”. Pero aún habría que esperar para la intimidad. Todavía faltaba el rock para recalentar los cuerpos que entregaron Guasones y Gardelitos, en un gozado y gritado adiós al Cosquín Rock 2018. ■

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Ratones Paranoicos. El “operativo” regreso tuvo su tercer episodio frente a un público fiel y entusiasta.

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