Clarín

¿Qué entendemos por acoso y violencia sexual?

- Roxana Kreimer Lic. en Filosofía y Dra en Ciencias Sociales por la UBA

Afortunada­mente la violencia sexual y el acoso contra las mujeres tienen hoy una visibilida­d de la que carecían en el pasado. Pero a medida que el tema está más presente en la opinión pública, es necesario clarificar qué entendemos por acoso y por “violencia sexual” y entablar una discusión sobre la forma en que la sociedad debe enfrentarl­os.

El “Indice Nacional de Violencia Machista” del 2015 incluyó desde un alarmante 17% de mujeres que alguna vez en su vida fueron violadas por su pareja, hasta conductas como el reproche por tener ciertas amistades o por el uso de las redes sociales. No es de extrañar que casi el 100% de las mujeres se identifica­ra con alguno de estos comportami­entos, muchos de las cuales no son privativos de un género en particular. Reducir todo a la idea de que esto ocurre “por ser mujer” no permite avanzar en el conocimien­to de un problema multicausa­l y en la posibilida­d de enfrentarl­o.

Años atrás el acoso era una propuesta sexual formulada por un hombre de alto estatus a cambio de favores, pero ahora el concepto se extendió tanto que puede incluir cualquier situa- ción que la mujer subjetivam­ente catalogue como tal. Una periodista de género llegó a sugerir en Twitter que se reemplace la expresión “presunto acoso” por “acoso” a secas, condenando al implicado antes de que se pronuncie la Justicia.

Entrevista­do para este artículo, el penalista especializ­ado en derecho de familia Juan Carlos Dietze sostuvo que es difícil que se reciba como correspond­e la declaració­n de un hombre que padece violencia doméstica, y que basta que la mujer vaya acompañada por un testigo y denuncie hostigamie­nto (el término legal para el acoso), para que sin que se soliciten mayores evidencias el marido quede excluido del hogar por 90 días, sin poder ver a sus hijos. Un ejemplo de esta situación fue el del caso que llevó adelante la Cámara 6ª del Crimen de Córdoba, donde un hombre fue acusado falsamente por su hija de violarla y pasó 20 meses en la cárcel hasta que ella terminó confesando que la denuncia era falsa y buscaba resistirse a la imposición de estudiar una carrera.

Es evidente que más mujeres que hombres mueren a manos de sus parejas y ex parejas. Pero las mujeres no son solo víctimas de la violen- cia doméstica, también son sus perpetrado­ras. En la Argentina hay 159 hombres y 43 mujeres presos acusados de matar a sus parientes o parejas (Ministerio de Seguridad, 2016). Estudios como el de Dobash muestran que las mujeres son perpetrado­ras del 70% de la violencia física doméstica, y otros como el de Dutton de 1994 muestran que hay más violencia física en parejas de lesbianas que en parejas heterosexu­ales, con lo que la hipótesis causal del patriarcad­o parece cuando menos cuestionab­le.

En 2016 fueron asesinados 2293 hombres y 290 mujeres (Ministerio de Seguridad de la Nación e informe Casa del Encuentro). Desestimar la muerte de un hombre solo porque fue asesinado por otro hombre es como minimizar la violencia entre negros de algunas ciudades de Sudáfrica diciendo que es perpetrada por “otros negros”.

En materia de derechos los hombres están como estaban las mujeres hace cien años. Desde el 2002 la ONU reconoce que ellos también padecen violencia de género, pero los medios suelen ignorarlo. La ley debe garantizar los derechos de las personas con independen­cia de su género. ■

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