Tango y folclore ¿Hay machismo?
Los avances por la igualdad de la mujer avivan la reflexión acerca de cómo fue tratada en la música popular argentina.
A partir de la polémica con Cacho Castaña, un n repaso por los clásicos del repertorio popular.
“Relajate y escuchá. Son sólo canciones”, dirán los protectores de las tradiciones musicales argentinas y de sus pasiones. En estos tiempos de toma de conciencia feminista y de alertas ante la violencia de género, las críticas a una frase de Cacho Castaña (“Si la violación es inevitable, relájate y goza”) y a su canción Si te agarro con otro te mato reflotaron el debate: ¿Cómo circula el machismo en canciones argentinas de ayer y de hoy?
Los géneros populares están cambiando. Si el rock argentino ya inició su autocrítica, ¿cómo se oyen el machismo y el sexismo en letras del folclore, del tango y la balada?
Luego de la declaración de Castaña, que recibió repudios y hasta una denuncia en el INADI, muchos recordaron su canción Si te agarro con otro te mato, registrada el 19 de marzo de 1976: “Si te agarro con otro te mato/ te doy una paliza y después me escapo”. El estribillo de su mejor tango dice: “Café La Humedad, billar y reunión/ Sábado con trampas/ ¡Qué linda función!”. ¿Qué sentirán las mujeres? Y en La Gata Varela, Cacho describe a su amiga Adriana Varela: “Parece una atorranta cuando canta/ Parece que se deja y no se deja”. Ella misma la canta con fervor.
El tango dejó numerosas letras que ponen a la mujer en un lugar -por lo menos- delicado. Un caso es la milonga Amablemente, un éxito de Edmundo Rivero con letra de Iván Díez. En ella, un varón descubre a su mina “en el bulín y en otros brazos”. Al él lo deja irse “porque el hombre no es cul- pable en estos casos”. A ella, “con gran tranquilidad/ amablemente/ le fajó treinta y cuatro puñaladas”.
Rivero también grabó Tortazos, que dice: “Si cuando lucís tu talle/ con ese coso del brazo/¡no te rompo de un tortazo/ por no pegarte en la calle!”. Otro de sus hits tangueros fue Cuando me entrés a fallar: “Te quiero más que a mi madre/pero me sobra bravura/ pa’ hacerte saltar pa’ arriba/ cuando me entrés a fallar”. ¿Serán golpes, nomás?
Hay vastos tangos ya considerados machistas: Lloró como una mujer, Atenti pebeta, Contramarca, Nunca tuvo novio y Biaba, entre ellos. Hasta Tomo y obligo, con letra de Manuel Romero y música de Gardel, dice: “No es que la llore porque me engaña/ yo sé que un hombre no debe llorar”.
“Hay tangos que ponen en otro lu- gar a la mujer”, señala la cantante Patricia Barone, quien grabó uno de los primeros con mirada feminista: Ser mina flor de cardo (1991), de Adriana Turchetti y Javier González. Eladia Blázquez y María Elena Walsh también empoderaron su voz tanguera.
¿Qué ocurre en el folclore tradicional? Una canción poderosa como Andá y decile a tu mama, de Rubén Cruz y José Moreno, fija en su estribillo: “Andá y decile a tu mama/ que si te quiere vender/ aunque no tenga dinero/ tengo alma de mercader”.
La seductora zamba Mujer, niña y amiga, de Robustiano Figueroa Reyes, asegura: “Dulce paloma de mi alma/ sueño que se hizo realidad/ Mía por siempre sólo mía/ mujer, niña y amiga”. Su imán melódico no la hará pasar de moda. ¿Y su letra posesiva?
En 2012, el cantautor riojano Daniel Argañaraz grabó su Zamba para la mujer de uno, que dice: “La que amamanta mi niño/ la que espera cuando yo vuelva”. Claro que hay una nueva generación sutil de autores y autoras de la música de raíz folclórica, con poéticas renovadoras.
En cambio, los grupos del folclore masivo suelen cantar letras sobre el paisaje, el amor, el deseo y los distintos planos de la seducción masculina. Lo reconocen Los Tekis, en diálogo con Clarín: “El machismo está presente todo el tiempo en las canciones. Incluso en las de mujeres. La sociedad funciona de manera machista y el arte es una expresión de ella”.
En su popurrí Soltame carnaval, aún hoy un hit para los jujeños, Los Tekis cantan el huayno boliviano Qué le voy a hacer: “Qué le voy a hacer a esa mujer/ qué le voy a hacer/ la voy a matar/ la voy a matar/ Puesto que en el mundo hay otra mejor/ puesto que en el mundo saben querer”.
“Somos una sociedad machista en evolución hacia la igualdad. Nosotros tenemos que evolucionar”, alegan Los Tekis. Para ellos “no se puede relativizar el pasado ni juzgarlo con una mirada contemporánea. No se pueden cambiar las letras. Sí se puede reflexionar y mirar hacia adelante”.
Claro que el amor no se gana a la fuerza. Roberto Ternán, autor de muchas obras folclóricas pasionales, escribió Amor salvaje, un carnaval cruceño famoso en la voz del Chaqueño Palavecino: “Te llevé sin preguntarte ni tu nombre/ con mi brazo encadenado a tu cintura/ asalté tu intimidad
y tu ternura/ para amar sin más razones que el amor”.
No se trata de poner el dedo en la llaga sino de reflexionar. ¿Sonará machista La ley y la trampa, otro de Ternán que es hit del Chaqueño? “Yo que fijé las reglas/ que llevé la riendas/ que hice la ley/ Tú que ponías cara, carita de nada, dejándome hacer”.
El deseo varonil salteño va de la galanura al erotismo, sobre todo, en las letras de Los Nocheros. ¿Qué género guía el amor? El Yuyo Montes compuso uno de sus éxitos, Por invadir tu cuerpo, que dice: “Tu cuerpo es la isla que quiero invadir/ después de tanto naufragar/ Si alguna marea te cuenta de mí/ estoy a punto de llegar”. Al Paz Martínez le grabaron Entre la tierra y el cielo. ¿Quién no se sabrá la letra? “Yo siento que me provocas/ aunque no quieras hacerlo/ Está grabado en tu boca/ al rojo vivo el deseo”.
En 2011, Los Tekis y Los Nocheros se juntaron para hacer Carnaval. Pasión del Norte, un espectáculo en el que -entre las canciones- el actor Charly Nieto, vestido de diablo carnavalero, tiraba chistes machistas y picantes. Hubo aplausos a rabiar.
Cristina Laspiur, más conocida como La Moro, es la esposa de Mario Teruel, de Los Nocheros, y autora de varias de sus letras. ¿Qué cambios se debe el otrora “folclore joven”, ante las visiones de género? La Moro le dice a Clarín: “Pienso a menudo en ese lema ‘Ni una menos’, pero también me planteo el ‘Ni uno menos’. No creo que sean el machismo, o el feminismo radical, el folclore de un país que se fundó sobre la base de la libertad y del paisaje. Los cambios se pronuncian con la lírica, o los sonidos, y no con los sentimientos de desigualdad, más propios de la canción urbana”.
Y confiesa: “Yo escribo más bien desde la mirada masculina porque mis emisores son hombres, por lo general. Pero mi corazón de mujer también está cantando o sufriendo con la misma intención que los hombres”.
¿Qué implica poner en contexto a las canciones, para ella? “Somos un pueblo nuevo con una mirada tradicional sobre el hombre como maestro del amor, como refugio de la ‘debilidad’ de una mujer, como el provocador de lo erótico. No nos quejamos cuado nos llamaban ‘compañera’, la que se deja llevar. Y hoy la mujer va aportando su característica de líder”. La Moro lo sintetiza así: “A esa mirada machista podríamos relativizarla”.
¿Y Luciano Pereyra? Primero desde el folclore y luego desde el pop, escribió canciones en las que se confiesa sufriendo, sintiéndose engañado y queriendo volver. Pero también canta en Llegaste: “Fuego, fuego, cuando muerdo tu boca/ Y aunque te duele/ sé que te gusta porque te vuelves loca”.
En Más fuerte que yo celebra que la amada tenga algo único: “La gran virtud de escuchar en silencio y no cuestionar mi forma de amar”. Y en Sin ti, sin mí, dice: “Tú sin mí serás un sol sin cielo/ Si te vas te juro morirá/ toda la pasión por ser tu dueño”. ¿Qué se cantará en el futuro? Muy lentamente, otra conciencia asoma en las canciones argentinas del siglo XXI. ■