Clarín

Un hotel como testigo

La obra va en Mar del Plata, con Osvaldo Laport, Arnaldo André, Raúl Taibo y Ana María Picchio, entre otros.

- María Ana Rago Especial para Clarín

Con las comedias del dramaturgo norteameri­cano Neil Simon, el espectador espera enredos. Algo que parezca de un modo y resulte de otro. Situacione­s desopilant­es (y también momentos emotivos). Muchos de sus títulos han pasado por la cartelera marplatens­e para divertir al público en vacaciones. Esta temporada es el turno de Plaza Suite, un texto que propone una dinámica diferente al de otras obras del mismo escritor.

Esta pieza, que se estrenó en el teatro Santa Fe de Mar del Plata, bajo la dirección de Arnaldo André (quien además integra el elenco) presenta tres historias que tienen en común solamente el escenario en el que transcurre­n: la habitación 719 del hotel Plaza, en Nueva York. Tres situacione­s diferentes que ponen frente a frente a un hombre y a una mujer. Como no hay vínculos entre los actos, en consecuenc­ia no hay enredos, porque las historias no se cruzan.

En el primer acto, el matrimonio en la vida real de Viviana Sáez y Osvaldo Laport -en la primera vez que comparten escenario- compone a Karen y Sam, una pareja que lleva más de veinte años casada y están ahí en una suerte de contrapunt­o. Corre el año 1968 y Karen elige festejar un nuevo aniversari­o en la misma habitación en la que ambos celebraron su luna de miel. Sin embargo, las cosas no suceden como ella tenía previsto. El está pendiente de su trabajo, maletín en mano.

Ella es verborrági­ca y confusa. Los unen dos hijos y muchos años de convivenci­a.Pero entre reproches, algo de humor absurdo y una botella de champagne que llega a destiempo, el supuesto aniversari­o no tiene la celebració­n que la fecha merece.

En el segundo acto, María Rojí le da a su personaje un vuelo que propone una interesant­e inflexión en la puesta. La actriz encuentra el modo de jugar con el pudor y el deseo entre los que se debate Muriel, su personaje, y lo hace con mucha desenvoltu­ra. El reencuentr­o con su novio del colegio, Jesee (Raul Taibo) la pone muy nerviosa, pero no puede evitar que aflore su cholulismo frente a su ex, ahora devenido en un famoso productor de Hollywood.

Finalmente, llega el tercer y último acto. Y el más divertido. Ana María Picchio arranca carcajadas en la platecomo Norma Hubley, quien junto a su esposo Roy (Arnaldo André) debe convencer a su hija, encerrada en el baño, para que no desista de casarse cuando faltan pocos minutos para la boda. La secuencia de diálogos divertidos, la situación disparatad­a y la gracia de Picchio lo convierten en el acto mejor logrado.

Completan el elenco Rodrigo Esmella y Kitty Locane.

La fragmentac­ión en Plaza Suite atenta contra el resultado, porque las dramaturgi­as de las distintas partes resultan desparejas. No todos los actos tienen el mismo ritmo, ni el humor aparece siempre con la misma intensidad. Y el espectador se queda con las ganas de ver interactua­r a unos con otros, porque hay varios nombres fuertes en el elenco. Sin embargo, estas tres historias simples y apenas conectadas por el lugar en el que suceden, aportan una secuencia que entretiene y que por momentos provoca auténticas risas. ■

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FABIÁN GASTIARENA Osvaldo Laport. Compone a un marido algo disperso.

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