Cumbre OMC: el Gobierno esperaba más de los acuerdos
El oficialismo valoró la experiencia de cara al G-20 de 2018. Había más expectativas de un anuncio UE-Mercosur.
Un saldo positivo, aunque sin resultados por ahora tangibles fue el que recogió la administración de Mauricio
Macri tras la realización de la reunión ministerial de la Organización Mun
dial de Comercio que culminó ayer. La gran espina es el acuerdo comercial que se negociaba de manera paralela entre la Unión Europea y el Mer
cosur. El Presidente se había propuesto que el Tratado del Libre Comercio se cerrara durante las tres jornadas de la Cumbre. Así se lo hizo saber el Jefe de Estado a los demás mandatarios del bloque sudamericano que vinieron a Buenos Aires para la inauguración.
El optimismo de los negociadores del Ministerio de Producción y de Cancillería era tal que nadie puso en duda que habría acuerdo. Solo restaba saber si el TLC se firmaría antes del miércoles en Buenos Aires o el 21 de diciembre en la cumbre del Mercosur en Brasilia. Macri y Temer pretendían capitalizar políticamente el acuerdo. Por ahora, deberán esperar.
El Jefe de Estado supervisó desde Olivos la marcha de las negociaciones. Voces dentro del Gabinete sugerían que al Presidente le habían sobreven
didos las expectativas de un acuerdo. ¿A quién estaban dirigidos esos comentarios? El ministro de Producción,
Francisco Cabrera, explicitó que habría acuerdo el martes ante la prensa.
En el Gabinete apuntaron contra él. Aunque el ministro superó varias tormentas de trascendidos que incluyeron su renuncia. Además fue el único funcionario que experimentó un cambio de supervisor: Gustavo Lopetegui en lugar de Mario Quintana. Cabrera, que estuvo en Olivos en la reunión que mantuvieron el Presidente y el ministro de Comercio chino, volvió a la resi- dencia oficial para participar del anuncio de inversiones de Loma Negra.
Los negociadores del Gobierno -Jorge Faurie, Horacio Reyser, Cabrera y su segundo, Miguel Braun- mantuvieron el optimismo por el curso del acuerdo que favorecería sobre todo a las economías regionales. “Esperamos 20 años, mientras salga no hay problemas”, añadieron en la Casa Rosada. Macri confía en que además de volumen de ventas, la firma del interbloque le otorgue un marco para atraer inversiones.
Hubo también relativo alivio por el resultado de la Cumbre. “Había temor de que Buenos Aires fuera un lugar donde implosionara el sistema”, expresó Malcorra antes de que le ganara el pesimismo por el resultado general. Si no fue el capítulo más trascendente de la OMC, el Gobierno al menos puede conformarse con que no fue el último.
El Jefe de Estado, de todos modos, insiste en proyectar su liderazgo regio
nal y se entusiasmó con la idea de dejar un legado para las futuras cumbres: el foro de empresarios que inauguró y el menos mediático foro académico. Otra vez, el mandatario mostró que se siente más cómodo entre empresarios que entre políticos. Entre ellos, cosechó elogios. “El mundo ama a la Argentina y particularmente ahora que hay un política liberal y abierta hacia el mundo para hacer inversiones. Sería sumamente importante un acuerdo entre la UE y el Mercosur”, señaló.
Las críticas más duras llegaron antes del inicio de cumbre, de parte de la comisaria europea Cecilia Malmströmy de la prensa internacional, cuando el Gobierno prohibió el ingreso de 60 activistas extranjeros de ONG y deportó a dos. Esa decisión le valió además una protesta formal de Noruega y de Ecuador. El Ejecutivo retrocedió.
En el Ministerio de Seguridad estaban exultantes por el desarrollo de la reunión. Temían un escenario de conflicto mucho más grave -a la altura de la cumbre de Seattle en 1999, exageraron en Cancillería- que las manifestaciones del domingo y el martes. Cerca de Patricia Bullrich y del canciller Jorge Faurie valoraron la experiencia como un antecedente valioso para la organización de la cumbre del G-20.