Obsesivo y dedicado

A Holan lo tuve como entrenador en los primeros pasos que di en los selecccionados juveniles, cuando tenía unos 16 años más o menos y me citaron para jugar un Campeonato Argentino para Buenos Aires. Siempre digo que tuve la suerte de tenerlo en ese momento porque en tiempos muy lejanos a los que luego vendrían con las Leonas por ejemplo, y en un deporte que no estaba tan acostumbrado a entrenar en doble turno -y más siendo nosotras jugadoras tan chicas-, él lo hacía.

Por eso hoy, cuando veo lo que le pasa y lo que está consiguiendo en el fútbol con Independiente, no me sorprende nada. No tenía duda de que le iba a ir bien en lo que se planteara hacer. Y con esto no me refiero a un resultado sino al convencimiento que sabe darle al equipo acerca de sus ideas o de su manera de encarar un partido.

En aquellos tiempos él era un enfermo, dicho en el buen sentido, de los entrenamientos y de la dedicación tremenda que además intentaba inculcarles a sus jugadores. Me parece que eso lo sigue haciendo y no sé si se ven tantos entrenadores con esas carecterísticas, no sólo en el fútbol sino en todo el deporte argentino de la actualidad.

Además me alegro con este momento que está viviendo porque sé la calidad de persona que es. Lo conozco desde hace mucho tiempo y es un tipo con unos valores muy profundos de respeto, trabajo y pasión por lo que hace. ■