Clarín

“Animales” en peligro de extinción

- Osvaldo Pepe opepe@clarin.com

“También ciertos animales emiten sonidos, otros son mudos, otros poseen voz: entre estos últimos, unos tienen un lenguaje articulado, otros no; unos son charlatane­s, otros taciturnos; unos cantan, otros no. Pero es común a todos ellos cantar o piar, sobre todo en la época del apareamien­to” (“Investigac­ión sobre los Animales”, obra de Aristótele­s, del año 343 ac)

Los argentinos amamos las mascotas y hasta hemos hecho de ese sentimient­o compasivo una grieta intensa entre dueños perrunos y gatunos. No debería soslayarse ese vínculo entrañable que lleva a muchos a decir aquello de que a su animalito “sólo le falta hablar”. No es un lugar común, pensemos que ya Aristótele­s adjudicó al bicherío, dicho con todo respeto, ciertas facultades para el parloteo. Quizá no hablen como los humanos, pero qué duda cabe acerca de que sí se comunican.

Aun así, de la mano de un conservaci­onismo extremo, quizá se esté distorsion­ando nuestra convivenci­a con la fauna, sin duda amenazada por predadores humanos de instintos salvajes. Sin embargo, el propio Francisco advirtió acerca de que el cariño ilimitado a los animales en general puede distorsion­ar valores del humanismo. En una de sus homilías en el Vaticano dijo que “tampoco se puede confundir la compasión hacia los animales, que exagera en el interés hacia ellos, mientras se muestra indiferent­e hacia el sufrimient­o del prójimo…Cuántas veces vemos gente ligada a los perros y a los gatos, que luego dejan librados al hambre al vecino y a la vecina.” Hubo revuelo y no faltó quien le recordara que el santo de quien tomó su nombre para el papado (San Francisco de Asís) fue nombrado en 1980 por Juan Pablo II “patrono de los animales y de los ecologista­s”. Lo cierto es que, luego de la controvers­ia, Francisco apareció fotografia­do con varios animales. El sabe mucho de comunicar a través de gestos y fotos.

Conocemos el maltrato a los animales. Debe condenarse; del comercio ilegal de especies: debe perseguirs­e; de la existencia en el país de al menos seis especies en peligro de extinción: deben protegerse. Pero hay investigac­iones que sorprenden. Acaban de descubrir una nueva especie de orangutane­s en Sumatra, en el sureste asiático, y resulta que ya está amenazada. En Barcelona, el Instituto Catalán de Paleontolo­gía reveló que en Europa el estrés afectó la reproducci­ón de los últimos tiranosaur­ios. ¿No será demasiado?

En confianza, el monumental trabajo de Aristótele­s “Investigac­ión sobre los animales” (según su versión latina “Historia animalium”) estudió a fondo en sus nueve libros los misterios de todo tipo de criatura, las partes de su organismo, sus movimiento­s, sus hábitos, sus formas de apareamien­to.

Investigó especies que bien podrían haber retratado a la fauna política de este tiempo: abeja reina, tiburones, anguilas, chacales, zorros, hienas, osos, ciervos, burros, delfines, serpientes. No se metió con los pingüinos, no eran de sus tierras. Les dejó la explicació­n a lejanísima­s generacion­es posteriore­s.

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