Clarín

Axel y sus mil formas de cantarle al amor

- Diego Jemio

La remera blanca lleva una impresión en inmensas letras rojas, que dicen: “Si es con amor, todo va bien”. La frase pertenece a Malgre Tout, una de las canciones del disco Ser. Pero bien podría definir el espíritu del concierto que Axel dio el sábado en el Hipódromo de Palermo, en el marco del Ser Tour 2017 y ante un público mayormente femenino, de entre 20 y 50 años. A lo largo de dos horas y cuarto y 23 temas, el hombre de Rafael Calzada ofreció un show atravesado por los extensos mensajes de amor, la espiritual­idad y, por supuesto, las baladas que lo convirtier­on en uno de los artistas más vendedores del país.

Una introducci­ón con viñetas electrónic­as de Malgre Tout marcó el inicio de la noche con un Axel vestido con saco, pantalón, remera y zapatos rojos. Lo acompañó una banda compac- ta de bajo, guitarra, percusión y teclados, mientras que el propio cantante cambiaba de instrument­os: guitarra, ukelele, trompeta, armónica y, claro, piano, que aprendió a tocar cuando era un chico.

“Éste es un disco muy especial para mí, porque me ayudó a curar algunas heridas. Sueño que esta noche logremos conectarno­s todos. Yo con ustedes y cada uno con el que está atrás o adelante, aunque no se conozcan”, dijo, en el inicio del show.

Axel mostró algunas de las canciones de su nuevo disco, que van desde los ritmos urbanos a una baguala pop. “Si no corro riesgos, siento que me traiciono”, manifestó en una nota, como una forma de explicar los guiños electrónic­os y la elección de sonidos poco frecuentes en sus canciones.

Pero su terreno, el que más conoce y mejor hace, es el de la balada. Solo con su piano, con una guitarra en set acústico o con la banda a pleno, Axel bucea en esas aguas con pericia. En Aire -el tema de la tira Las Estrellas-, el amor duele por la pérdida. Eternidad es una triste elegía dedicada a su madre, que falleció hace dos años. Mientras ¿Y qué? es la historia de un amor como un “acto suicida”. En cualquier caso, sabrá poner la voz clara al servicio de la canción y subir el tono para explotar en un estribillo. Con manos agitadas o creando un mantel luminoso de celulares, todos celebran esos temas compuestos con gran olfato radial.

Su carrera también está cimentada en su discurso, una mezcla de bu- dismo, coaching ontológico y solidarida­d. Aprovechó el tiempo entre las canciones para decir que es maravillos­o seguir unido con el público, que debemos cerrar los ojos y conectarno­s con el corazón y que el presente es un regalo. En algún pasaje del show, llovieron globos gigantes y cotillón para temas festivos, como Celebra la vida y Todo vuelve, con un aire de cumbia. Hubo dos invitados especiales: Francisco Charco cantó Miradas, a dúo con Axel, y, al final, subió su hija Agueda (7), que interpretó el tango Nada, con papá al piano.

“Recuerden que nadie tiene la verdad absoluta”, dijo sobre el final del show, antes de interpreta­r Somos uno, una canción en la que se define como un “loco inquieto pidiendo paz”. Todos se fueron cantando del Hipódromo, con palabras de amor y esperanza en los oídos. Y alguno pudo llevarse a casa uno de los globos gigantes que cayeron del cielo. ■

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Baladas y espiritual­idad. Los tonos que marcaron el show de Axel.

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