Clarín

Elvis Costello, el tipo de los astilleros

- José Bellas jbellas@clarin.com

Pasó hace una semana y todavía se escuchan los grillos en el Estadio Único de La Plata. Durante el tercer tema del show de U2, Bad, Bono coló un extracto de la canción Gracias a la vida. No se sabe si porque pertenece a una (gran) artista chilena como Violeta Parra o porque al 95 % de los asistentes o no sabían o no contestaba­n, pero el irlandés se esforzó en hacer notar el tributo.

Nada. Segurament­e él, tan demandante siempre, podía esperar que no reconocier­an que ya había colado dos versos de Into the Mystic (Van Morrison) en el mismo tema, pero... cri cri cri.

La misma reacción, más tarde, cuando tocaron el propio Mothers of Disappeare­d ( Madres de los desapareci­dos) y entonó & arengó con eso de “el pueblo vencerá”. Escaso feedback, teniendo en cuenta que en el ’98, en su primer show local, hubo ovaciones y cantitos en todo River. ¿Será que ahora el pueblo no quiere vencer, y se conforma con el empate de local? Al fin y al cabo, y por eso retrasaron el show del martes, sólo Messi parece poder y querer ganar de visitante.

En estos días, vía Malpaso, acaba de editarse en español la autobiogra­fía de Elvis Costello, acá titulada Música infiel y tinta invisible. El músico expone, en más de 700 páginas, la evidencia de por qué una parte del prejuicio de fachada que llevó a llamarlo “el Woody Allen del rock” tiene asidero. En parte, porque por sus lazos, colaboraci­ones, produccion­es, duetos y demás es realmente un equivalent­e a Leonard Zelig, aquel personaje capaz de interactua­r con todo y todos a lo largo de la historia. Se trata de una vida marinada en música y música, contada con aplomada pasión y estilo.

Así llega, incluso, a conjugarse con nuestro país. Con mucho detalle, se toma sus varias páginas para explicar la creación de Shipbuildi­ng (Astillero), el clásico que escribió durante la Guerra de Malvinas. La (extraordin­aria) canción toma como punto de partida la ruina de los astilleros ingleses durante el gobierno de Margaret Thatcher y cómo, de repente, la guerra les da una oportunida­d laboral a los desemplead­os... de construir bar- cos en los que enviar a sus hijos a morir. El tema fue entregado por Costello para que primero lo grabe el mítico músico y bastión socialista Robert Wyatt, en la que puede que sea su versión definitiva.

Y Costello la rendiría en el disco propio

Punch The Clock (1983), con la novedad de un emotivo solo de trompeta del gran Chet Baker.

El tema devino en clásico, pero poco se sabía de una especie de secuela en Five Minu

tes with You, del álbum Wise Up Ghost (2013). “Esta canción abre con una mujer de Buenos Aires que está viendo el noticiero con el triunfal discurso de Thatcher. En el verso de la letra traducido al español de Argentina (sic), una hija explica que su padre (un disidente político que planea darse a la fuga) le ha recomendad­o viajar a Montevideo y esperar su llegada. El destino del padre es el de tantos otros opositores durante el período de la guerra sucia en aquel país. Detenido, es arrojado desde un avión a las aguas del Río de la Plata. La tercera estrofa hace una deliberada referencia a los últimos versos de

Shipbuildi­ng: ‘La hélice resonaba monótona cuando desperté a solas/ Abrieron la puerta y me tiraron al agua/ Y me fui hacia abajo como un tornillo que gira/ hacia la plata, con el azul de mis ojos’”. Costello cuenta también de un viaje que hace algunos años realizó por la Antártida, Georgias del Sur y Ushuaia, donde se conmovió frente al monumento dedicado a los caídos del hundimient­o del General Belgrano. Y culmina: “He seguido cantando

Shipbuildi­ng desde entonces, y suena más triste año tras año”.

Costello ha sabido escribir canciones sobre la Guerra de Malvinas y sobre los vuelos de la muerte, en la dictadura.

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