Clarín

Un thriller noruego, entre sexo y disparos La industria de los Estados Unidos no tardó en comprar los derechos para realizar su propia versión.

Una escena erótica, clandestin­a, entre dos muchachos, marca el arranque de este buen drama policial.

- Silvina Lamazares slamazares@clarin.com

Si bien no quema todos los cartuchos en el arranque, como hacen algunas series que van más por el impacto inicial que por el logro de mantener el nivel hasta el final, Testigos tiene un primer capítulo intenso, atractivo, atrapante y sólido, ingredient­es que no pierden fuerza en ninguno de los cinco episodios restantes. Pero como la serie noruega fue estrenada recién anteayer por Europa Europa (lunes a las 22 y repite los jueves a la medianoche), no correspond­e adelantar cómo sigue este thriller que combina lo dramático con lo policial, sin perder erotismo en parte del relato. Titulada originalme­nte como Øye

vitne, se mueve cómoda en el interesant­e nivel que están mostrando las produccion­es nórdicas, con las suecas y las danesas a la cabeza (párrafo aparte para Rita, que brilla en Netflix, y para Borgen, que busca pantalla en la Argentina). El disparador inicial apunta hacia un galpón, de las afueras de Oslo, en la que dos compañeras de un colegio secundario se dan cita, en secreto, para dar rienda suel- ta a sus sentimient­os. La penumbra y la austeridad del lugar invitan a la fantasía.

La supuesta escena sin testigos los convierte, curiosamen­te, en los testigos que reza el título de la serie. Justo cuando se entregan a la pasión y al descubrimi­ento de su sexualidad, aparece un auto del que bajan todos sus ocupantes, incluido el que viajaba en el baúl. La acción se continúa con disparos entre ellos, un puñado de muertes y un máximo responsabl­e. Los chicos ven todo. Y son vistos.

Ahí, en ese segundo que va del placer al horror, ellos empiezan a vivir lo que podía haber sido, tal vez, “el mejor” momento de sus vidas en uno de los peores. Porque no sólo se convierten en testigos de una dura esce- na criminal, sino que contar lo que vieron los obligaría a blanquear qué hacían allí, juntos, y a solas. Entonces la historia comienza a construirs­e sobre un doble carril que va de lo emocional y social a lo policial. Y, como yapa, a cargo de la investigac­ión está la madre de uno de los chicos. ¿Qué rol jugará en medio de los dos lugares que le deparó la trama?

Protagoniz­ada por Odin Waage (en el papel de Henning) y Axel Bøyum (como Philip), Testigos maneja muy bien los hilos del thriller, ajustando la cuerda de la tensión sólo cuando es necesario, para que en el medio circulen otros subgéneros. Si bien la historia base no derrocha originalid­ad, el relato se vuelve entretenid­o por los cruces vinculares, el tratamient­o de la discrimina­ción, el planteo del deseo sexual, la búsqueda de la verdad por parte de los chicos, atravesada por la necesidad de la mentira.

Y, encima, el plus de la geografía, un condimento al que las produccion­es de esa región europea saben sacarle jugo. Porque no sólo asoma como un recorte urbano o suburbano, sino que entra a jugar en las historias. El lugar ocupa su espacio y tiene un fundamento en varias de las escenas.

Como reflejo de que la serie -estrenada en su país en 2014- ostenta un nivel interesant­e, la industria de los Estados Unidos no tardó en comprar los derechos para realizar su propia versión de Øyevitne, que USA Network tituló como Eyewitness y emitió el año pasado. Lo nórdico viene pisando fuerte en el mercado y, como muestra, llegó ahora esta historia sin más pretension­es que la de atrapar al espectador a lo largo de seis capítulos. Y el que llegue al final habrá sentido que valió la pena.

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El amor es más fuerte que el prejuicio. Philip (Axel Bøyum), cuidando a Henning (Odin Waage).

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