Clarín

La suba del dólar reaviva el fantasma del impacto en precios

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Contrarian­do los pronóstico­s oficiales, otra suba del dólar llega a la tapa de los diarios y pone sobre la mesa una nueva discusión acerca de su alcance y consecuenc­ias en precios clave de la economía. El dólar cerraba ayer en $ 17,18 con una suba de 6% en doce días, en un raid que, en las palabras de los funcionari­os, mantiene sin preocupaci­ón al Gobierno aunque tuvo que salir a calmar las aguas.

El encargado esta vez de decir que “el dólar fluctúa en rangos normales y no debe preocupar a nadie” fue el viceminist­ro de Hacienda, Sebastián Galiani.

Para Galiani, que coincide en ese punto con lo dicho por el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegg­er, el dólar puede subir y bajar en un esquema de tipo de cambio flotante en que el precio de la divisa es determinad­o por las ventas y compras del mercado.

Esta visión oficial se complement­a con el argumento de que los movimiento­s del dólar no tienen por qué impactar en la fijación de los precios domésticos.

Para defender la flotación del dólar, Galiani puso el ejemplo de Chile, describien­do que “tiene una inflación de un dígito y tiene fluctuacio­nes del tipo de cambio similares a las nuestras”.

Pero fue el propio Gobierno, en este caso el ministerio de Energía, el que dio por tierra con la supuesta falta de correlació­n entre las variacione­s del dólar y la fijación de algunos precios clave de la economía.

La suba de 7,2% de la nafta y de 6% del gasoil en el fin de semana tuvo como fundamento la trepada del dólar, que al llegar el viernes a $ 16,88 mostró un salto de 8,2% con relación a los $ 15,60 que tenía en abril, en la anterior revisión tarifaria.

La cotización por encima de los 17 pesos, ¿termina con la discusión sobre el atraso cambiario y el reinado del dólar barato?

Fue esa suba de combustibl­es la que desató iras en el Banco Central por considerar que el repunte de la nafta llegaba justo cuando estaban tratando de consolidar el camino descendent­e de la inflación para julio.

Pero el enojo no sólo se dio en el Central. Dicen que desde La Plata, la gobernador­a María Eugenia Vidal hizo saber su disgusto por la decisión de Juan José Aranguren.

Para el Gobierno, la decisión resulta calcada a otras del pasado. Energía aumenta los combustibl­es por la aplicación de una fórmula “polinómica” en la que pesa la suba del dólar sin mirar las consecuenc­ias políticas. Los políticos y los responsabl­es de pelear contra la inflación se cansan de insultar por la falta de oportunida­d, y sale a flote entonces un escaso nivel de coordinaci­ón que presenta la administra­ción. Mientras tanto, los operadores financiero­s empiezan a preguntars­e hasta dónde llegará la suba del dólar teniendo en cuenta que hace un mes el consenso de los economista­s lo pronostica­ba en $ 18 para fines de año. Los $ 17,18 de ayer abrieron un signo de interrogac­ión sobre si, finalmente, Sturzenegg­er saldrá a ponerle fin a la suba. Desde ya que, en público, dirá que no está dispuesto a intervenir, pero en el mercado dicen que tal vez los bancos Nación y Provincia de Buenos Aires salgan a vender para serenar el precio y las expectativ­as. Creen que la mayor compra de dólares está, en parte, apalancada por los pequeños aho- rristas pero también por los argentinos que tienen previsto pasar las vacaciones de invierno en el exterior. Y que eso se conjuga con un comportami­ento conocido de los exportador­es: retraen las ventas cuando el mercado está revuelto y el dólar va para arriba. Suelen esperar hasta que el Central le pone un techo y ahí vuelven a desprender­se de las divisas que tengan para liquidar. Para el Central (si quisiese, tiene casi US$ 48.000 millones en reservas para inundar el mercado) la suba del dólar tiene otra arista a considerar y es que llega cuando, dentro y fuera del Gobierno, le piden que baje las tasas de interés.

Ya la semana pasada, Sturzenegg­er decidió dejar sin cambios la tasa de la “política monetaria” que está en 26,25% anual y que actúa como ancla para fijar las expectativ­as inflaciona­rias. En el Central aseguran que sólo bajará cuando existan evidencias claras y constantes de que la inflación va decididame­nte para abajo, pero el ritmo que está llevando es realmente pausado.

Un tema a seguir es si el dólar por arriba de los $ 17 aquieta las críticas de los sectores que temen una ola importador­a y que piden protección.

La discusión sobre el atraso cambiario se frena y ahora se ponen en alerta los sectores que se benefician con un dólar barato.

¿Y a qué nivel tendría que estar en estos días? Dicen los economista­s que si se “trae” un dólar de $ 12,5 de diciembre de 2015 hasta ahora, el precio debería ser de $ 18, o sea no tan lejano al nivel de ayer. Pero ahí vuelve el punto del consenso de esos profesiona­les que preveían $ 18 pero para diciembre.

Un conocido economista suele decir que en los últimos 60 años lo único que hicieron los argentinos fue comprar dólares y que eso los ubica en un standard de sentirse a salvo más allá de lo que pase con la tasa de interés o los vaivenes políticos.

En el Banco Central piensan distinto y apuestan a que después de la suba de las últimas semanas, tal vez haya llegado un tiempo en que los inversores se pasen de dólares a pesos. La respuesta será rápida.

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