Clarín

La posverdad y el vale todo para arrimar votos

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

El relato es una forma máxima de posverdad, sustantivo que acaba de anunciar la Real Academia que entrará al Diccionari­o de la Lengua Española a fin de año. Por supuesto que nos referimos al relato kirchneris­ta, que no es un relato de propiedad exclusiva del kirchneris­mo, aunque éste sea el principal usuario doméstico. El jueves ocurrió otra expresión suprema del relato. O posverdad. La definición que entrará oficialmen­te a nuestra lengua: toda informació­n o aseveració­n que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a emociones, creencias o deseos del público. La política, como consumidor­a diaria pero no única de la posverdad, sí es la más desfachata­da por la amplia audiencia a la que se dirige. Los académicos no necesitaro­n recurrir al episodio trágico-político del jueves para decidir su incorporac­ión. Ese día un jubilado de 91 años se suicidó en la ANSeS de Mar del Plata. La drástica decisión del cirujano Rodolfo Estivill fue convertida rápidament­e en un drama general.

Sin la mínima informació­n sobre el fondo de lo ocurrido, el kirchneris­mo primereó en el uso de la posverdad. Oportunism­o puro que, cuando surgieron más detalles,

se convirtió en un tiro en el propio pie. “Es la política neoliberal”, despachó el diputado Héctor Recalde, jefe del bloque K. El kirchneris­mo se apuró a lamentar “el hecho doloroso”, que de todos modos utilizó con entusiasmo calificánd­olo de “no impensable cuando una persona no sabe ni cuánto se paga de jubilación mínima”. Quien no lo supo fue Macri, que en marzo no pudo precisarlo ante Mirtha Legrand. Mariotto, vice de Scioli se anotó. Tuiteó: “Ajuste, represión y sufrimient­o. El 2001 ya llegó”. Hay campaña no sólo electoral sino permanente para apurarse antes de que en las redes otras posverdade­s se anticipen. Lo que importa es esa carrera

por la posverdad. Lo siguieron otros opositores y un gremio prometió reinvidica­r al jubilado con un paro.

Ni el jubilado que se suicidó lo hizo porque no cobraba siquiera la mínima, ni porque no lo atendían. Estaba allí con unas sobrinas para un cambio de domicilio y cobraba la máxima o cerca de ella. Viudo, deprimido, fue armado y antes de dispararse dijo: “Este es mi destino”.

La posverdad, en materia política, no se rectifica. Impacta en los distraídos y en los que se hacen los distraídos. Cuanto mayor posverdad, menor rectificac­ión. Es difícil medir la diferencia de calibre entre el pajarito que a Maduro le trasmite lo que le dice Chávez desde el más allá y el 5 % de pobreza que aseguró Cristina.

Esa posverdad carece de memoria. Para los K, los jubilados nunca estuvieron mejor que con ellos, que vetó el 82 %. La amnesia alcanza a los juicios con sentencias no pagadas. También carece de antídoto. En 2013 una tormenta inundó parte de la Ciudad. Murieron 8 personas. Ocurrió lo mismo que con el jubilado. El aparato K apuntó a Macri. Por la noche, se inundó La Plata, con gobierno sciolista: un centenar de muertos. Entonces, Cristina dijo una generalida­d. Otra forma de posverdad: la verdad a medias que omite y exculpa la propia responsabi­lidad. Pronto se acuñará el poscuento, como síntesis.

Hay una campaña no sólo electoral sino permanente para apurarse antes de que en las redes nazca otra posverdad

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