Clarín

Italia: el milagroso aviso del primer sismo los salvó de morir en el segundo

Muchos abandonaro­n aterroriza­dos sus casas y ya estaban a resguardo cuando la tierra volvió a temblar.

- ROMA. CORRESPONS­AL Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

Muchos creen que fue una especie de aviso milagroso. Gracias a que a las 19.10 tembló la tierra en la peligrosís­ima zona sísmica italiana de los montes Apeninos con una intensidad del 5,4 de la escala Richter, miles de pobladores de la provincia de Macerata y de las regiones de las Marcas y Umbria, pero también de los pueblos devastados por la catástrofe sísmica del 24 de agosto (300 muertos), abandonaro­n aterrori- zados sus casas y no volvieron. Dos horas después llegó el segundo terremoto, esta vez de 5,9 grados Richter, en los mismos lugares. Hubo muchas caídas de las casas más vetustas, de parte de las iglesias con siglos de construcci­ón y de las construcci­ones que ya habían sido dañadas en el terremoto de agosto.

Como todos estaban afuera no hubo muertos y solo algunos pocos heridos, ninguno grave. En Tolentino murió de infarto, por la impresión al ver destruida su casa, un hombre de 73 años, hasta ahora la única víctima fatal.

El bajón en el ánimo de los habitantes de las zonas centrales de Italia es muy grande, porque la gente de los Apeninos estaba comenzando a recuperars­e del desastre del 24 de agosto.

Ahora enfrentan la realidad del infierno que no tiene fin. Ayer a la mañana, a las 10.20 hora local (cinco menos en la Argentina), hubo otro temblor fuerte de 4,0. Pero las réplicas menores duraron toda la noche y siguieron hasta las primeras horas de la tarde de ayer. Son más de 300 y los habitantes las sienten todas: temen que una de ellas sea otro golpe sísmico gigantesco.

De norte a sur de la península, las fallas apenínicas son como una herida subterráne­a, invisible, que esta partiendo los montes. Algunas placas tectónicas “tiran” hacia el este, donde está el mar Adriático, rompiendo el complejo montañoso bajo tierra. Los terremotos ocurren a unos 8-10 kilómetros de profundida­d y sus ondas se propagan por buena parte del territorio italiano.

En Roma las ondas sísmicas fuertes se sienten claramente y ayer hubo pánico en la Ciudad Eterna, capital de Italia y de la región del Lazio (deriva del “Latium”, la tierra de los latinos en la antigüedad).

Los 60 millones de italianos siguen apenados las escenas que en Roma causan miedo porque se ven venir un zarpazo sísmico que no se ha repetido desde hace siglos.

Las imágenes televisiva­s devuelven a hombres, mujeres y chicos desesperad­os. Viejos que dicen “se acabó todo, aquí no hay más nada que hacer”.

Todos están fuera de sus casas en los pueblos más afectados, salvo pequeñas ciudades como Norcia, donde después de un terremoto hace una década los edificios fueron construido­s de acuerdo a las normas sísmicas y aguantaron sin problemas las últimas pruebas sísmicas desde el 24 de agosto. El miércoles se cayó en Norcia parte de una vieja iglesia, construida hace siglos y sin protección antisísmic­a.

En tanto, las autoridade­s trataban apresurada­mente de encontrar albergue para las miles de personas desplazada­s tratando de prevenir una segunda noche para ellas en las calles o en coches.

Miles de personas salieron corriendo a las calles en medio de un aguacero y muchas durmieron en sus autos, pues era demasiado tarde para que las autoridade­s encontrara­n albergues de emergencia. El gobierno dedicó ayer 40 millones de euros (43,6 millones de dólares) para la reconstruc­ción, al tiempo que funcionari­os de defensa civil dijeron que la prioridad es encontrar hoteles y otros lugares para albergar a los afectados.

“Tenemos que evitar que la gente duerma en coches y tiendas de campaña’’, dijo el jefe de la agencia de protección civil de Italia, Fabrizio Curcio. “El plan es llevar a la gente a hoteles y entonces encontrar soluciones temporales con más calma’’.

Los alcaldes de pueblos esparcidos en la región montañosa dicen que muchas más viviendas quedaron inhabitabl­es, aparte de las destruidas por el poderoso terremoto de agosto. En Ussita, el alcalde Marco Rinaldi dijo que el pueblo había sido “devastado’’, con 80% de las casas ahora inhabitabl­es.

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