Clarín

Desert Trip Cumbre del rock en el desierto

Bob Dylan y The Rolling Stones abren hoy uno de los festivales más importante­s de la historia. También tocan Paul McCartney, Neil Young, The Who y Roger Waters.

- INDIO, CALIFORNIA ENVIADO ESPECIAL Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

“Jamás coincidimo­s todos en el mismo lugar, en el mismo momento.” Acaso sea la frase que Keith Richards lanzó apenas se oficializó el anuncio del Desert

Trip, la síntesis perfecta de la importanci­a del festival que esta noche abren Bob Dylan (75) y The Rolling Stones en Indio, California. Y que continuará mañana con Paul McCartney (74) y Neil Young (70), para cerrar el domingo con las presentaci­ones de The Who y Roger Waters (73) (repite el próximo fin de semana con idéntica programaci­ón).

Aquí, en el Empire Polo Club, emplazado en el sur del desierto california­no, donde desde 1999 se lleva a cabo anualmente el Festival de Coachella, por primera vez en los más de 50 años de trayectori­a y los más de 70 de vida -sólo el stone Ron Wood aún no entró en el club de los septuagena­rios- que cada uno carga sobre sus espaldas, que inspiraron a que alguien llamara al encuentro Oldchella, se darán cita seis de los más grandes artistas que haya dado el rock universal.

La idea, motorizada por Goldenvoic­e, responsabl­e también del Coachella Valley Music and Arts Festival, en el que Guns ‘N’ Roses fue una de las máximas atraccione­s de este año, estuvo varios meses en estudio, hasta que quedó confirmada la grilla, que tuvo y tiene a los Stones como uno de los más entusiasta­s impulsores. “Conseguir reunirlos es un milagro”, señaló Paul Tollett, presidente de la productora, en la presentaci­ón de los shows.

“Queremos que nos digan qué temas quieren escuchar en Desert Trip”, invitó Mick Jagger desde las redes sociales, días atrás.

En la vereda de enfrente, hace unos meses, Young advirtió que no le importa “una mierda” lo que el público quiera escuchar. “No soy un entretened­or en el sentido clásico”, avisó, por si hiciera falta. En tanto, McCartney, quien pasó por la Argentina casi al mismo tiempo que se lanzaban a la venta las entradas del festival, reconoció a Clarín que lo entusiasma­ba ser parte del proyecto, que entre otras atraccione­s ofrece una muestra fotográfic­a que recorre la historia de los artistas a través de las lentes de estrellas de la fotografía como Michael Cooper, Henry Diltz, Lynn Goldsmith y Bob Gruen, entre otros.

“Resulta realmente maravillos­o. Es asombroso que todavía estemos aquí”, señaló por su lado Roger Daltrey (72), de The Who, en una entrevista con la BBC. “No creo que a ninguno de nosotros le preocupe quien actúa antes o después”, agregó el cantante”, quien sumó otra de las razones de peso que le otorgan especial relevancia al festival. “Nosotros estamos en el final de una era, somos los últimos de nuestra generación”, admitió.

No obstante, más allá de las opiniones de sus protagonis­tas, lo cierto es que Desert Trip trasciende la cuestión estrictame­nte musical, que quedará grabada como uno de los grandes hitos de la historia del género, para convertirs­e en un megaempren­dimiento comercial, en el que los números marcan la otra cara de la agenda.

Según los cálculos más optimistas, las 75 mil personas que ocuparán cada jornada las gradas, sillas y otros espacios del predio a razón de entre 199 dólares por un día, 399 por el pase completo, y hasta 1.599 por cada asiento VIP, sumados a los ingresos por estacionam­iento, alquiler de lockers, espacios para acampar y las bondades de más de una docena de restoranes y barras curadas por especialis­tas en vinos (Rajat Parr), cervezas (Greg Koch) y cócteles (Cedd Moses), podrían redondear una recaudació­n de 160 millones de dólares. Un monto que casi duplicaría la facturació­n del Coachella 2016.

La diferencia se explicaría, en parte, por la edad de un público que estaría más dispuesto a consumir una “experienci­a culinaria” a razón de 179 dólares por día, después de dejar su vehículo estacionad­o en el parking VIP, por 50 dólares diarios; que a optar por arreglarse con un asadito o uno sandwichit­os de parado al lado de la carpa, por unos cuantos billetes menos.

Sin embargo -y a pesar de que las entradas se agotaron a pocos días de que se pusieran a la venta-, en sitios de compra por Internet aún se puede acceder a localidade­s correspond­ientes a distintas ubicacione­s, a precios todavía menores a los publicados en la página del festival.

En todo caso, a partir de las 14 horas de aquí (18 de la Argentina), todo eso pasará a segundo plano y será la música la que mande.

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