El gusto por la literatura policial en tiempo de híper control
Un encuentro con científicos, peritos y hasta delincuentes. De hoy al 15 gratis, en el Cultural San Martín.
El BAN! tiene una particularidad que lo distingue de cientos de festivales literarios: en su programación conviven escritores y delincuentes, policías y forenses, científicos y ensayistas, que debaten con vehemencia tanto los crímenes reales como los de la ficción. Uno de los disertantes de la última edición fue Dani “El rojo”, un barcelonés, ex gangster, ex drogadicto y ex-ladrón de bancos y que en la actualidad escribe novelas.
Esta mezcla obedece a que el creador de este evento, Ernesto Mallo, entiende que los crímenes
y delitos de la ficción no puede estar desligados de procedimientos específicos, que tanto los autores como los amantes del género merecen o deberían conocer.
“Este es un festival políticamente incorrecto”, define Mallo en la entrevista con Clarín. “Acá no estamos para juzgar moralmente a nadie sino para pensar qué define a los buenos policiales. Es lógico que desde distintas áreas haya claves para aportar”.
La V edición de BAN, el Festival Internacional de Literatura Policial de Buenos Aires, estará dedicada al tema “Ciencia y crimen” y se inaugura hoy a las 18.30. Podrá visitarse hasta el sábado 15, gratis, en el Centro Cultural San Martín.
Participarán, entre otros escritores argentinos, Luisa Valenzuela, María Inés Krimer, Horacio Convertini, Claudia Piñeiro, Juan Sasturain y Enzo Maqueira. Y con ellos los españoles Juan Gómez Jurado e Ignacio del Valle. También una comisaria española, Cristina Manresa y el tanatólogo Ricardo Péculo.
Mallo es también un autor de policiales. Su personaje más conocido es un investigador marcado por la dictadura, el “Perro Lascano”. –¿Por qué le interesó siempre esa mezcla de escritores, delincuentes, policías y científicos? – Como ningún otro género, el policial está anclado en lo real. El crimen real influye a la ficción y los delincuentes son creativos por naturaleza porque están obligados a inventar delitos nuevos. La ley y la literatura siempre llegan tarde porque responden a ciertos protocolos. La novela policial tiene una gran deuda con el crimen real. –¿Qué revela el policial de hoy? –Antes el policial representaba la ruptura y luego la recomposición de un orden. Hoy, en un mundo en el que nos quieren imponer el miedo y el control, los lectores disfrutan de la disrupción del orden impuesto y no esperan que el sistema legal lo recomponga. Hay cierto placer en la rebelión misma. –¿Pesa la idea de que las autoridades no siempre imparten justicia? –Sí, desde Robin Hood, en muchas obras de ficción los que imparten justicia no son los policías ni los jueces. Puede ser un ladrón de bancos. –¿El policial refleja cierto estado de cosas en relación con el presente? –Nos dice: somos esto como sociedad. La ficción policial es la novela social de nuestra época –¿Qué define al policial argentino actual? –Quizás esa mirada desprejuiciada, humorística, incluso cínica del argentino: la ironía. Por fortuna, como aquí hay una base peronista y antinorteamericana, no estamos tan atados a la influencia estadounidense como en otros sitios. -¿El género sugiere que la moral y la ley no siempre se corresponden? -Sí, nos cuestiona acerca del bien, el mal, la justicia, nociones morales que pueden depender de un contexto o de su circunstancia. La transgresión tiene un alto poder transformador y a veces juega para el lado del bien. Hay razones, ambiciones, venganzas justas e injustas. El policial cuenta una historia y te interpela. Y lo que suele ser bueno para la literatura puede ser malo para la vida en sociedad.