Clarín

Ganar fuerza para negociar

- Julian Borger The Guardian

El quinto ensayo nuclear de Corea del Norte confirma los crecientes temores de la comunidad internacio­nal de que las aspiracion­es nucleares del régimen llegan mucho más lejos de lo que antes se suponía y que Kim Jong–un está acumulando un arsenal de gran magnitud con la intención de utilizarlo si su gobierno se viera seriamente amenazado.

Hasta hace dos años, la opinión generalmen­te aceptada sobre el programa nuclear del norte era que en gran medida se trataba de un símbolo político de la potencia del país y una moneda de cambio para obtener beneficios económicos y diplomátic­os.

Eso no ha cambiado. Pero desde 2014 el ritmo de las pruebas de armas nucleares y misiles se aceleró hasta el punto en que algunos expertos ahora creen que los científico­s del país han desarrolla­do una ojiva nuclear lo suficiente­mente pequeña para ser instalada en un misil.

“Es probable que ahora Norcorea pueda colocar una ojiva nuclear en un misil de corto o mediano alcance que podría llegar a Corea del Sur, Japón y las instalacio­nes militares estadounid­enses en la región”, dijo Kelsey Davenport, directora de política de no proliferac­ión de la Asociación de Control de Armas. Sin embargo, opinó que Pyongyang tardaría otra década en desarrolla­r un misil balístico interconti­nental confiable y capaz de llegar a los EE.UU.

El ensayo del viernes tiene lugar inmediatam­ente después de una serie de avances en materia de misiles, con el lanzamient­o desde un submarino de un misil de dos etapas y combustibl­e sólido en agosto y la prueba del lunes de tres versiones de misiles Scud de fuselaje de aluminio con un alcance de 1.000 kilómetros. El rumbo apunta a una amenaza nuclear norcoreana cada vez mayor y el próximo gobierno estadounid­ense tendrá que dar prioridad a esa amenaza. Si bien Pyongyang definió como experiment­al la última prueba de enero de 2016, la explosión aparenteme­nte más grande del viernes fue la de una ojiva preparada para ser lanzada en un misil.

“No creo que hayamos entendido su estrategia: es disuadir y repeler una invasión. Están planeando tener armas nucleares para impedir que pongamos fuerzas en la región. Atacarán los puertos donde se concentren nuestras tropas, pensando que la conmoción nos llevará a detenernos”, dijo Jeffrey Lewis, director del programa de no proliferac­ión del Instituto Middlebury.

La fijación del líder norcoreano con la amenaza de un cambio de régimen podría ser contraprod­ucente al fomentar una carrera armamentís­tica en la región. Los analistas coinciden, en general, en que los avances militares de Norcorea no dan muchas opciones al próximo gobierno estadounid­ense más que volver a la mesa de negociació­n, si bien el precio de mantener controlado a Pyongyang sea ahora probableme­nte mucho más alto.

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EFE El jefe. El líder Kim Jong-Un, con sombrero, hablando con técnicos de su país, en una imagen de archivo.

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