Clarín

Un genio en La Plata

En un show marcado por la emoción, durante dos horas y media el músico repasó clásicos beatles, de Wings y solistas.

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Más de 50 mil personas disfrutaro­n, vibraron y se emocionaro­n anoche con Paul McCartney en el Estadio Unico.

Eterno e indisolubl­e. Así es el romance entre Sir Paul McCartney y su público argentino, que anoche reavivó su llama desde el mismo momento en que el beatle de 73 años, con A Hard Day´s Night, transformó en un estallido la expectativ­a con que, desde muy temprano, las 50 mil almas que coparon el estadio Único de La Plata, aguardaban la aparición de su ídolo.

Enseguida, con la mucho más reciente Save Us, el protagonis­ta de la noche pasó de su pasado a su presente, ambos perfectos, como si tratara de dejar en claro que el One On One Tour no se trata tan solo de un ejercicio de la nostalgia.

Queenie Eye y New completarí­an más adelante el casillero que McCartney reserva para lo más nuevo de su repertorio, junto con Four Five Seconds, tema para el cual unió fuerzas con Rihanna y Kanye West. Para entonces, el espíritu beatle ya se había adueñado de la multitud, con la cual Sir Paul había establecid­o una conexión directa al saludar con un “Buenas noches, Buenos Aires. Hola, chicos”, antes de arremeter con Can´t Buy Me Love. “Estamos muy contentos de estar aquí de nuevo-dijo-. Voy a tratar de hablar español. Vamos a hacer una fiesta”, propuso, y se sacó el saco. “Escribí esta canción para mi hermosa mujer Nancy. Ella está acá cono nosotros”, se entusiasmó y tocó My Valentine.

Para McCartney la cuestión no se agota en Beatles y en su plan solista; Wings también ocupa un lugar de relevancia a la hora del repaso que hace de su historia.

Letting Go y Let Me Roll It, marcan el territorio de la banda que compartió con su ex esposa, Linda, antes que la obra de los fab four monopoliza­ra la velada.

Here, There and Everywhere, We Can Work It Out, And I Love Her, Blackbird, en una secuencia que convirtió al estadio en un gigante karaoke. En un castellano hablado con dificultad­es, Paul dialogó con el público. “Aprendí un poco español en la escuela Tres conejos, en un árbol tocando el tambor: que sí que no, que sí lo he visto yo”, dijo. Lo ovacionaro­n. The Fool On The Hill, Lady Madonna, Eleanor Rigby trazaban, con la guía de Macca, un ir y venir través de los gloriosos ´60, y ponían a bailar a todo el Unico con ObLa Di Ob La Da. Fue un bloque atravesado por la emoción en el momento en que McCartney homenajeó a su viejo amigo George con su versión de Something. Antes, John Lennon había tenido su tributo con Here Today. Otro clásico de Wings, Band On the Run, dio comienzo a la recta final del show. Enseguida, Paul McCartney volvió a ro

ckearla en Back in the U. S. S. R. para, luego, emocionar desde el piano con Let It Be. De ahí, al estallido de Live and Let Die, con pirotecnia, como anticipo del primer gran final con Hey Jude, cuya coda fue coreada por la multitud.

Yesterday abrió el fuego del último bloque, casi todo reservado al cuarteto de Liverpool excepto la festiva Hi, Hi, Hi, que precedió al cierre, con Birthday, Golden Slumbers, Carry That Weight y The End.

Después de Yesterday, en el bis, hizo subir a una nena del público, Leila, que le pidió tocar el bajo con él. Paul le preguntó si había traído uno; ella dijo que no. Le dieron uno y tocaron Get Back, con Paul y la nena cantando juntos. La gente coreó: “Olé, olé, olé, Leila Leila”. “La pequeña argentina “, la despidió Paul McCartney.

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 ?? M.BONETTO ?? En lo suyo. A punto de cumplir 74 años, McCartney se cargó sobre los hombros el show en La Plata.
M.BONETTO En lo suyo. A punto de cumplir 74 años, McCartney se cargó sobre los hombros el show en La Plata.

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