Clarín

Avanza la “ensalada espacial”, con verdura de laboratori­o

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Cuando a fines de septiembre la NASA confirmó el hallazgo de agua líquida en Marte, las hipótesis sobre un viaje al lejano planeta entusiasma­ron. Una de las claves sería cultivar alimentos en órbita. Un grupo de científico­s ya trabaja en la “ensalada espacial”, con materias primas que crecerán en laboratori­os en viaje. La Agencia Espacial Italiana impulsa la inves- tigación. En las afueras de Roma, cultiva tomates, junto a albahacas y otras hortalizas, sin tener que hundir las raíces en la tierra. Se aprovechan aguas y sales minerales, junto con luz solar y de lámparas led.

En la huerta hidropónic­a (sin el uso de tierra), los tomates resultaron elegidos por la agencia italiana para empezar a preparar el cultivo en naves como la Estación Espacial Internacio­nal (EEI).

“Nuestro deber es buscar una planta que tenga un ciclo muy breve, sea pequeña y produzca una cantidad de moléculas bioactivas que sean eficaces para la vida en condicione­s extremas”, aseguró Eugenio Benvenuto, responsabl­e del laboratori­o biotecnoló­gico de la agencia italiana para las nuevas tecnología­s, la energía y el desarrollo económico sostenible (ENEA).

En agosto pasado, la NASA ya había anunciado que miembros de la EEI habían probado lechugas espaciales, los primeros productos cultivados y cosechados en órbita. “La investigac­ión de las huertas espaciales está muy avanzada. Se han mandado ya semillas de algunas plantas al espacio para que germinen”, afirmó Benvenuto.

Mientras que en ese centro los estudios se centran en el tomate, en otras partes del mundo se están analizando especies como la rúcula y, en general, el comportami­ento de ecosistema­s en condicione­s mínimas, con el consiguien­te reciclaje de agua, nutrientes y otras sustancias que puedan dar origen a la vida.

Los expertos de ENEA parten con la ventaja de conocer a fondo este fruto, pues integraron el consorcio internacio­nal que completó la secuencia de su genoma y están colaborand­o con la Universida­d de Amsterdam para desarrolla­r el tomate de la variedad Micro-Tom.

El responsabl­e resaltó la importanci­a de las sustancias antioxidan­tes del tomate como las antocianin­as, cuya cantidad están intentando mejorar. Podrían ser importante­s frente a las moléculas que se generan en situacione­s de estrés en todos los organismos vivos y que a largo plazo son responsabl­es del envejecimi­ento, las mutaciones de ADN y la aparición de varios tipos de cáncer, entre otros trastornos.

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