Clarín

La justicia y el próximo gobierno

- Alvaro Herrero Presidente del Laboratori­o de Políticas Públicas y PhD en Ciencia Política, University of Oxford

Entre los desafíos que deberá enfrentar el próximo gobierno, la justicia aparece como un sector que requiere atención urgente. Tras casi una década de tensiones y conflictos producto de los embates del gobierno, tres claras prioridade­s dominan la agenda. Primero, se debe avanzar hacia la integració­n de las vacantes de la

Corte Suprema de Justicia de la Nación. El Poder Ejecutivo ha enviado los pliegos de dos candidatos, activando el proceso de consulta pública previsto por el Decreto 222/03. Sin perjuicio de las calidades profesiona­les de los nominados, la propuesta resulta doblemente inoportuna. Por un lado, dado que la presidenta terminará su mandato en poco más de un mes, esta tarea debería estar a cargo de su sucesor. Por otro, la sociedad se encuentra inmersa en el tramo final de las elecciones presidenci­ales, lo cual impide un debate público robusto acerca de los candidatos.

Segundo, se torna imperativo reformar del Consejo de la Magistratu­ra. A la luz de todas las estadístic­as, la reforma de 2006 ha probado ser un fracaso. La sobrerrepr­esentación de los sectores políticos eficaces ha llevado al organismo a una si- tuación de parálisis. La proliferac­ión de las vacantes (hoy uno de cada cinco jueces son transitori­os), las demoras excesivas en los concursos, y la nula actividad en materia disciplina­ria, son síntomas de un Consejo ineficient­e, carente de impacto y urgido de liderazgos constructi­vos orientados a la búsqueda de consensos internos que reactiven dicho cuerpo. Además, debe reformarse el sistema de subroganci­as, hoy en crisis por un proceso de judicializ­ación producto del descalabro normativo de los últimos años.

Tercero, se deben revisar rápidament­e algunos aspectos del nuevo código procesal penal de la nación. Las buenas prácticas internacio­nales sugieren la convenienc­ia de un enfoque gradual, comenzando por zonas donde la complejida­d y volumen de la actividad judicial son menores. Eso permite avanzar, detectar errores y aprender de ellos, para así llegar a los distritos más complejos y sensibles, como el cuestionad­o fuero federal de la Ciudad de Buenos Aires, con más experienci­a acumulada. Por otra parte, a la luz del poder que implican las nuevas atribucion­es de los fiscales y a fin de alinear la política criminal del poder ejecutivo y del Ministerio Público Fiscal, resulta pertinente reconsider­ar el carácter vitalicio de la designació­n del Procurador General de la Nación.

Asimismo, sería alentador que el nuevo gobierno no se desentiend­a de dos de las más grandes deudas de la justicia: la lucha contra la corrupción y contra el narcotráfi­co. Las propuestas abundan; solo hace falta decisión política. En todas estas tareas, el próximo presidente no debe perder de vista la gran lección aprendida de la última década: solo mediante amplios consensos políticos se pueden generar reformas duraderas y efectivas.

Tras casi una década de tensiones y conflictos producto de los embates del gobierno, tres claras prioridade­s dominan la agenda

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