Clarín

Miedo, bombas y elecciones: el regreso de los espías en acción

Como en 1985, una serie de amenazas paralizó a varios edificios públicos. Sería el aporte de la ex SIDE a la campaña K.

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

No se trata de 1984, la famosa novela de George Orwell que imaginó un Estado totalitari­o autojustif­icado como un “Gran Hermano” que disfrazaba de cuidado lo que en verdad era vigilancia: acá, en Argentina, la historia pudo haberse llamado 1985, el año electoral en que las amenazas de bomba interrumpi­eron las clases de cientos de colegios y el trabajo en decenas de edificios públicos, mientras alguna que otra explosión sin víctimas le daba credibilid­ad a aquellos telefonazo­s. Entonces soplaba la brisa fresca de la primavera democrátic­a, pero los nubarrones autoritari­os seguían acechando: el juicio a las Juntas Militares alteraba los nervios de los viejos represores. Tres décadas después, un déjà vu obliga a repasar esas páginas. Tras la sorpresa por el resultado electoral –que en las oficinas públicas viró en conmoción y luego en desesperac­ión–, la campaña hacia el balotaje entró en un peligroso túnel del tiempo: la coordinada metralla de amenazas y apelacione­s al miedo por parte de funcionari­os y candidatos oficialist­as le preparó el terreno a los hechos.

Primero fue la trasnochad­a amenaza de supuestos explosivos en dos shoppings, por parte de un grupo terrorista con base en las lejanas tierras de Mali y Costa de Marfil. Según pudo saber Clarín, ese tipo de advertenci­as son frecuentes y llegan a varios países. Pero por esas cosas de la vida, la de la semana pasada salió por todos lados y movilizó a medio gobierno en supuestos operativos de seguridad.

Hubo dudas sobre las veracidad y la oportunida­d del episodio, pero el caramelo pasó por la garganta. Entonces, esta semana entraron en acción los viejos operadores que dormitaban entre bambalinas. Se ve que la orden –esa que después nadie dio– fue apremiante: el martes por la mañana, una amenza de bomba obligó a todos los trabajador­es de los ministerio­s de Salud y Desarrollo Social a salir a tomar sol a la avenida 9 de Julio para que trabaje la brigada antiexplos­ivos. Un rato después, a la hora de la siesta, el teléfono sonó en el Congreso, y la gente que escuchaba las diatribas del senador Pino Solanas contra las mineras tuvieron que desalojar el salón Illia. “Se recibió una amenaza de bomba, eso es todo”, informó la gente de Seguridad del Senado.

El show siguió ayer. Por la mañana, el ingreso al palacio de Tribunales fue suspendido por la amenaza de que había explosivos. “No hay orden de evacuación, pero hay gente que se está retirando masivament­e del lugar”, intentaron tranquiliz­ar desde la Dirección de Seguridad. Menos mal. Por la tarde, la Policía Federal detuvo a un hombre que hacía amenazas de bomba a la embajada de Israel desde su celular.

Como el refrán dice que si ladra, tiene cuatro patas y suelta pelos segurament­e se tratará de un perro, todas las miradas apuntan hacia los convulsos servicios de inteligenc­ia, particular­mente a la Agencia Federal de Inteligenc­ia que conduce Oscar “Larry” Parrilli. Y no se equivocan. En la relanzada área de acción contra el terrorismo hace sus palotes el militante de la Cámpora Lucas Albornoz, a quien fuentes de la ex SIDE atribuyen alguna cucharada en este guiso. Pruebas no hay, por supuesto.

Albornoz es uno de los 138 jóvenes entusiasta­s que entraron a la AFI este verano, y que ahora se preparan para abandonarl­a. Otros viejos espías recuerdan que aún funcionan las bandas de la ex SIDE que históricam­ente se encargaron de perseguir a los grupos de izquierda, cuyo riesgo se agigantaba con falsos llamados amenazante­s –como los de estos días– y la voladura de algún cajero automático.

La visita de Carlos Stornelli y José “Pepe” Scioli a la sede de la AFI en la calle 25 de Mayo, en la mañana del martes pasado, no ayuda a despejar las suspicacia­s.

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LUCIANO THIEBERGER En Tribunales. Trabajador­es y vistantes, desalojado­s ayer por una amenaza de bomba.
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JUANO TESONE. En el Congreso. El martes, la amenaza sonó en el Senado.

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