Johnny Depp, en un papel que es candidato al Oscar
Dice que no quiere ganar el Oscar para el que -seguramente- va a ser candidato por su protagónico en “Pacto criminal”, que se estrena hoy.
Ya lo señalan por su actuación en “Pacto criminal”, como un mafioso de Boston, pelado y con lentes.
“Esta bebida es no alcohólica, así que estoy siendo responsable. Si me demandan, es culpa de ustedes”, decía Johnny Depp aferrado a una botellita de cerveza Beck apenas comenzaba su contacto con la prensa internacional en el Festival de Venecia, semanas atrás. Era la primera aparición púbica del actor de El joven Manos de tijera y Charlie y la fábrica de chocolate. Y se sabe que a Depp el encuentro con la prensa no es lo que más le complace, agrade o satisface.
Y si llegó hasta el Lido de Venecia para acompañar la première internacional de Pacto criminal ( Black Mass) es porque franca y efectivamente la película - ¿ y su actuación?- le gustan. Porque se siente cómodo.
A John Christopher Depp II, y no es de ahora, siempre le costó hilvanar frases complejas ante el periodismo, porque suele enmarañarse en pensamientos y respuestas extensas a preguntas que apuntan a algo, y él termina dando rodeos. Sumado a que habla en tono bajo en las entrevistas, y le encanta el doble sentido, a veces no se sabe si habla en serio en broma o de las dos maneras a la vez.
“Maté a mis perros y me los comí bajo las órdenes directas de, no sé, un hombre sudoroso, eviscerado de Australia”, comenzó diciendo. La referencia era al ministro de Agricultura de Australia -donde Depp rodó la quinta parte de Piratas del Caribe-, quien amenazó con meterlo en prisión si volvía a ingresar al país con sus Yorkshire terriers sin pasar por los controles sanitarios, con su jet privado.
Ya más enfocado en el tema del encuentro, Depp habla de James “Whitey” Bulger, el rey del hampa del sur de Boston. La película lo toma durante dos décadas, de 1975 a 1995, en las que se convirtió en el criminal más notable de la zona, y que, amparado por un amigo de la infancia y del barrio, agente del FBI (John Connolly, interpretado por un sorprendente Joel Edgerton), tomó el rol de uno de los informantes de más alto nivel.
La verdad es que la transformación impresiona. En nada se parece al muchacho de cabello despeinado, traje verde. Sus ojos -celestes, ya lo explicará- como que supuran amenaza, su cabeza entre calva y con finas canas, dientes como podridos.
“Era muy, muy importante para mí parecerme lo más humanamente posible a Jimmy Bulger. Mis ojos son negros como el as de espadas, por lo que los lentes de contactos azulados... fueron pintados a mano, porque necesitaban ser penetrantes, tenían que poder cortarte si te miraba a través de ellos”, graficó.
Y cuando se le pregunta sobre su deseo de transformarse en sus personajes para cada rol, allí sí, ingresó en un extensa y por momentos caótico discurso sobre cómo la monotonia de estar atrapado en la serie de TV 21 Jump Street lo dio ganas de ser un actor de carácter y no un chico de poster.
“Me había quedado atrapado en una serie de televisión que estaba, ya saben, no quiero morder la mano que me alimentó, y me
puso en el mapa, por así decirlo, pero era muy frustrante, porque te das cuenta de que terminás diciendo más palabras de otra persona en el lapso de un año que lo que vos tenés por decir por tu cuenta, sobre todo cuando esas palabras, esos diálogos están mal escritos. Mis héroes eran John Barrymore, Lon Chaney y, ciertamente, Marlon Brando, Timothy Carey, John Garfield, todos estos tipos que podían transformarse. Así que supongo que era sólo una obsesión. Yo siempre quise tratar de ser un actor de carácter más que el ‘chico del poster’ que trataron de hacerme hace más de cien años. Aparte de lo que me hace a mí, creo que un actor tiene algún grado de responsabilidad con respecto a su público, de darles algo diferente, de darles algo nuevo cada vez”. ¿Qué hiciste para prepararte para el papel de Bulger? Miré material de archivo de vigilancia del FBI, y escuché un par de cintas, donde lo podés oír hablar, pero en su mayor parte fue realmente no censurar sus actos o palabras, ser lo más honesto posible con él. Quería ser fiel a los diferentes costados de Bulger.
Precisamente el filme de Scott Cooper lo retrata tanto como un asesino sin corazón como a un hombre amante de su familia.
“Nadie, no interesa cuán malvado podamos considerarlo, nunca se ve a sí mismo como un malvado. Esos personajes se ven como que están en una búsqueda, y sienten que lo que están haciendo es justo, desde lo peor a lo torpe. Hay algo poético sobre lo que él era capaz de hacer en su trabajo, y al mismo tiempo, sentirse muy orgulloso de esa población inmigrante irlandesa, que fue leal a su barrio, que era un gran cuidador de su madre, que tenía una muy, muy estrecha relación con su hermano, que era un político de muy alto nivel”. Tu trabajo hace pensar que has vuelto a la primera línea, aquí ya todos hablan de una probable nueva nominación al Oscar... No quiero ganar nunca una de esas cosas. Me dieron una de esas cosas, como nominaciones, dos o tres veces (por Sweeney Todd, por la primera Piratas del Caribe y Descubriendo el País de Nunca jamás). Una nominación ya es bastante. No quiero tener que dar un discurso. La idea de ganar significa que estás compitiendo con alguien, y yo no compito con nadie. Me aferro a lo que me gusta y a lo que quiero hacer. A veces a la gente no le gusta, pero eso está bien.
Y se va, y se lleva la botellita, medio vacía, de Beck.