Piden 20 años para un kinesiólogo acusado de violar a un nene Down
Hoy comienza el juicio contra un kinesiólogo acusado de violar a un nene de tres años con Síndrome de Down. Pedirán la pena máxima: 20 años. Es que se lo acusa de “abuso sexual con acceso carnal, agravado a su vez por haber sido cometido el hecho por encargado de la guarda de la víctima”. Pablo Rubén Torres era el profesional que atendía al nene en un instituto de rehabilitación de San Isidro. Está preso desde el día siguiente a la violación.
La víctima nació el 11 de agosto de 2010. Ese día los padres se enteraron que tenía una afección en el corazón, y que en algún momento habría que operarlo. Cuando cumplió dos meses empezó la terapéutica: kinesiología, estimulación temprana, terapia ocupacional en un instituto que la obra social decidió cambiar y por eso en diciembre de 2012 les designaron el Instituto Soles.
Entonces Torres se convirtió en el terapeuta del nene. Tanto Natalia, su mamá, como Diego Hernández, su papá, lo acompañaban y presenciaban las sesiones. Hasta que en septiembre les dijeron que el nene, que acababa de cumplir tres años, tenía que quedarse solo. Ellos igual lo acompañaban. El chiquito, ade- más de tener síndrome de Down y por eso no hablaba aún, acababa de ser operado del corazón.
Pero el 31 de octubre Torres le dice a Natalia que va a llevar al nene a otro consultorio, que lo espere afuera. Así fue. El nene salió llorando y no quería caminar. Natalia lo llevó a su casa y al cambiarle el pañal encontró un vello púbico y le pareció que estaba lastimado pero no pudo mirar más. Fue Diego quien sí miró y lo llevó volando a la Clínica San Lucas de San Isidro. “La pediatra que lo atendió dijo que tenía lesiones gravísimas recientes. Llamaron a la Policía y fuimos a hacer la denuncia a la Comisaría de la Mujer. El médico forense con- firmó las lesiones, dos, y el acceso carnal”, cuenta Diego a Clarín.
Al día siguiente la Policía detiene a Torres, que desde entonces está preso en la Unidad N°19 de Saavedra. Una psicóloga también ratificó el abuso.
“Lo destruyó emocionalmente. Y sabemos que va a tener secuelas terribles de por vida. Durante el día tiene momentos en los que está como perdido y de noche grita, tiene pesadillas. Además, después de lo que pasó tuvo que bancarse ocho inyecciones de la profilaxis”, dice Diego.
Este infierno también hizo que Natalia, una empleada de 35 años, y él, docente, 40 años, se separaran después de 11 años juntos. Es que cada uno reaccionó como pudo: él salió con todo a buscar Justicia. Ella está devorada por la angustia. “Nos destruyó a todos”, se lamenta Diego. Hoy comienza el juicio en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 de San Isidro. Tal vez sea el inicio del camino de la reparación.