Clarín

Bertolo, de las palabras a los desafíos

- Miguel Angel Bertolotto mbertolott­o@clarin.com

Un par de días atrás, Nicolás Bertolo jugó fuerte dialéctica­mente. No le tembló la voz para declarar que “desde el año pasado me había quedado con la espina de jugar en River; yo tenía ganas de jugar en River porque River es el más grande”. A los 29 años, y con un extenso trayecto por el fútbol que lo llevó a actuar en seis clubes (Boca, Nacional de Montevideo, Banfield -dos ciclos-, Palermo -también un par de etapas-, Zaragoza y Cruz Azul), Bertolo incluso se adelantó a las críticas que inexorable­mente le iban a caer. “Sé que me van a insultar con esto que digo, pero ya soy grande para decidir; me tiene sin cuidado lo que digan”, subió la apuesta. Reaccionó con dureza Marcelo Tinelli, desde su condición de vicepresid­ente de San Lorenzo, la otra institució­n que lo quería contratar. Y tampoco deben haber hecho gracia alguna los conceptos de Bertolo en Boca, equipo con el que debutó allá por septiembre de 2006 y con el que fue campeón de la Copa Libertador­es al año siguiente.

Lo real es que Bertolo eligió el aspecto deportivo por encima de lo económico, al contrario de lo que prefieren muchos de sus colegas. No lo sedujo el color del dinero; lo sedujeron la camiseta y los retos. San Lorenzo estaba dispuesto a ofrecerle más plata, pero en el horizonte de River figuran las semifinale­s de la Copa Libertador­es como objetivo próximo y primordial, y unas cuantas metas adicionale­s si el equipo continúa transitand­o por la vía triunfal de este último tiempo.

Ahora, Bertolo deberá asumir el desafío que conlleva ponerse la pilcha más pesada de todas las que vistió hasta aquí (cuando jugó en Boca era muy joven y las presiones, menores). Más todavía: necesitará responderl­e a la expectativ­a que Marcelo Gallardo posó sobre sus innegables cualidades futboleras. Una expectativ­a que viene desde hace rato: el Muñeco ya lo había pedido con persistenc­ia en el semestre anterior. La madurez de Bertolo puede resultar clave para que su adaptación a River sea rápida y no traumática. De acá en adelante, las palabras ya no contarán: Bertolo tendrá que hablar con su fútbol.

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