Una historia
Edgardo Guillermo Fuentes nació el 9 de noviembre de 1929, en una familia grande de Carlos Casares, pueblo que dejaron por razones económicas al morir su abuelo materno: ninguno de sus hijos supo mantener los campos que con gran esfuerzo Don Lain había comprado y explotado. “La infancia de mi viejo -
recuerda el lector- transcurrió en Flores Sur, allí jugaba en la calle con los otros chicos del barrio, entre ellos Gerardo Sofovich. Se conoció con mamá en la década del 50, en la Escuela Argentina de Periodismo. A principios de los 60 se casaron y compraron lo que ahora se llama un PH, en San Telmo”
Ricardo nació cuatro años después. En ese entonces papá trabajaba en una cerealera, pero su pasión eran los autos. Compitió algunos años, pero no consiguió los suficientes espónsores para dedicarse a pleno. “Cada tanto me llevaba al Autódromo a ver las carreras. Mientras él oficiaba de Comisario Deportivo, yo era un espectador privilegiado: estaba en la torre de control”, cuenta el lector. Y agrega: “Papá fue amigo de Pairetti, de Cocho López, de Di Palma, y de tantos otros. A Traverso lo sancionó, y el Flaco enfureció, pero le dio la razón y terminaron siendo amigos”.
Don Edgardo Fuentes vivió 85 años plenamente, “como quiso y con la gente que quiso. Era un ateo practicante, sin embargo, tenía amigos sacerdotes. Con uno de ellos, de la parroquia de Pompeya, solía compartir asados con Jorge Bergoglio.” Amante del buen vino, la comida rica y abundante, familiero, divertido y compinche de todos: “Lo vamos a extrañar como a mamá, y como a mamá, la mejor forma de tenerlos vivos es recordándolos con cariño, reviviendo en la memoria los buenos momentos vividos” concluye su hijo.