Clarín

El pintoresco perfil psiquiátri­co de Fidel que elaboró la CIA

- Alberto Amato amato@clarin.com

La CIA elaboró en diciembre de 1961 un perfil psiquiátri­co de Fidel Castro que, en buena medida, signó la conducta política de EE.UU. hacia Cuba y en especial, hacia el líder de la por entonces flamante Revolución Cubana. Hoy, cuando el diccionari­o de la Guerra Fría ha retornado al lenguaje común de la política internacio­nal y se habla de “deshielo” en la relación entre EE.UU. y Cuba, el viejo informe psiquiátri­co sobre Castro es un documento revelador y demostrati­vo de cómo encaraba el gobierno del presidente John F. Kennedy, el desafío de tener un estado comunista a escasas millas de la costa norteameri­cana.

¿Qué dice ese informe? Que Castro no está loco pero tiene

“Castro es intelectua­lmente dependient­e y sumiso respecto del Che”.

una personalid­ad altamente neurótica e inestable, que lo hace vulnerable a ciertos tipos de presiones psicológic­as; que tiene unas enormes ansias de poder y de ser reconocido y adulado por las masas, junto a una necesidad constante de rebelarse, de estar siempre enfrentado a un adversario, de derrocar a una autoridad existente; las críticas lo tornan inestable y hacen que pierda contacto con la realidad; que su egoísmo es, a la vez, su talón de Aquiles y que gran parte de su satisfacci­ón y de refuerzo de su ego personal proviene de su relación con el argentino Ernesto “Che” Guevara y con su hermano Raúl Castro, hoy presidente. “Castro es intelectua­lmente dependient­e y sumiso respecto del Che –dice–. Su estabilida­d emocional sufriría si el Che no mantuviera una actitud firme y positiva hacia él. La ruptura de esta relación –sugieren los psicólogos de la CIA– probableme­nte derive en un Castro abatido y reduzca su efectivida­d”.

¿Impulsó la CIA una ruptura de las relaciones entre Fidel y el Che, más tentado por el comunismo chino que por el soviético, al que adhirieron los hermanos Castro? Por cierto, la CIA y los gobiernos de EE.UU., el de Kennedy y los que le siguieron, optaron por eludir pesados informes psiquiátri­cos e intentaron asesinar a Fidel con decenas de métodos, algunos extravagan­tes, con agentes secretos, cubanos en el exilio, mercenario­s de toda laya o elementos de la mafia. Pero ¿cuánto hizo a las relaciones entre los dos países el informe que fue secreto y que hoy se exhibe, casi como una curiosidad, en la Biblioteca Presidenci­al y Museo John F. Kennedy de Boston?

Después de señalar los elementos neuróticos de la personalid­ad de Fidel, el informe, de tres carillas, apretadas en un interlinea­do de un espacio y fechado ocho meses después de la fracasada invasión a Bahía de Cochinos y diez meses antes de la Crisis de los Misiles que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, señala que los “excepciona­les elementos neuróticos de su personalid­ad son el hambre de poder y su necesidad de reconocimi­ento y adulación por las masas: es incapaz de obtener completa satisfacci­ón de cualquier otra fuente”.

El estudio establece que cualquier tipo de crítica “lo vuelve inestable y proclive a perder contacto con la realidad” y sugiere: “Si Castro fuese atacado en forma consistent­e por aquellos a quienes pide su aprobación, el resultado sería probableme­nte un desorden de su personalid­ad, su ineficacia política e, incluso, una enfermedad emocional clínica, como la depresión”. “El egoísmo de Castro es su talón de Aquiles. Narcisista al extremo, en la victoria debe controlarl­o todo, sin delegar autoridad. Cuando se enfrenta a la derrota, su primera preocupaci­ón es retirarse para reagrupar sus recursos”.

Después de analizar los vínculos de Castro con Raúl y con el Che, añade: “Castro parece ser un individuo pasivo que se defiende de sus miedos a esa pasividad con la exaltación de sus maneras agresivas y sádicas. Su hiperactiv­idad, la anulación de la rutina, la falta de organizaci­ón, su impulsivid­ad, sus rabietas, sus tendencias masoquista­s, incluso con un deseo hacia el martirio, parecen relacionad­as al costado femenino-pasivo de su personalid­ad. Su necesidad compulsiva de estar “en la cima” y no ceder jamás el control o la autoridad, es otra indicación de sus miedos respecto a la pasividad”. En otro pasaje, el equipo psiquiátri­co de la CIA de hace 53 años sugiere que “el desvelo de Castro por el cuidado médico y la alimentaci­ón de los más pobres, por brindar igualdad de oportunida­des educativas a los no privilegia­dos, y su deseo de ser reconocido por ellos como un hermano benevolent­e y protector, indica un grado de conciencia muy herida. Sus castigos extremos a las violacione­s y robos hablan también de cierto grado de culpa inconscien­te que tal vez pueda ser usado en su contra”. Sin embargo señala que, “pese a depender de las masas para su sostén (…) no confía en ellas lo suficiente como para llamar a elecciones Su prioridad es mantenerse en el poder. Él probableme­nte destruiría a ambos, a sí mismo y al pueblo cubano, para preservar este estatus”.

El informe termina por destacar “la superior capacidad intelectua­l” de Castro, sus dotes como “líder revolucion­ario y agitador” y su “incapacida­d para la organizaci­ón y la administra­ción. Además –dice– no puede confiar en nadie a quien delegar su autoridad”..

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AFP Histórico. Fidel junto a Camilo Cienfuegos en enero de 1958 cuando la guerrilla ingresaba a La Habana. /
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Secreto. El informe curioso y extravagan­te de la CIA sobre el líder cubano
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