Clarín

La colectivid­ad judía celebra desde esta noche y por ocho días el Pésaj

Es un tiempo de recordació­n del éxodo del pueblo de Israel de Egipto y la marcha por el desierto a la Tierra Prometida.

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Con la aparición hoy de la primera estrella la comunidad judía empieza a celebrar los ocho días (siete en Israel) de la Pascua Hebrea (el Pésaj). Es un tiempo de recordació­n del éxodo del pueblo de Israel de Egipto ( llamado Mitzráin en la Biblia) ocurrido hace unos 3.200 años, que significó – con la intervenci­ón divina en su favor– el fin de la esclavitud, el comienzo de la marcha por el desierto hacia la Tie- rra Prometida y la consagraci­ón de la libertad.

El Pésaj constituye la festividad hebrea más antigua y, a la vez, la más antigua celebració­n religiosa de la cultura occidental. En una de las celebracio­nes más coloridas en la que el hogar judío es el gran protagonis­ta. Es que la ceremonia central es hogareña y consiste en una doble cena festiva familiar o Séder (la primera y segunda noche) llena de profundos simbolismo­s y pasos establecid­os. En la ocasión, se lee el relato de la liberación de Egipto del libro de La Hagadá.

Entre los simbolismo­s del Séder se destaca la exigencia de co- mer matas (pan sin levadura) para cumplir con el precepto bíblico que dice: “siete días comeréis panes ázimos” ( Ex. XII-15). Ello evoca que cuando los hebreos decidieron huir de la esclavitud tuvieron que preparar un alimento rápido y, por tanto, no esperaron a que el pan fermentara y lo hicieron sin levadura ( el llamado “pan de la aflicción”).

Otros simbolismo­s forman parte de la mesa familiar de los dos primeros días. Entre ellos, se comen hierbas amargas (maror) en recuerdo de que los egipcios amargaron a los hebreos con trabajos forzados; la jalea llamada jaroset como rememoraci­ón del barro con que se adherían las piedras, y el zroa ( ala de ave asada), que recuerda el cordero pascual. El regocijo está representa­do por beber cuatro copas de vino.

El presidente del Centro de Investigac­ión y Difusión de la Cultura Sefardí ( CIDICSEF) en el país, Mario Cohen, considera que ante el Pésaj surge una inevitable pregunta: “¿ Cómo pudo mantenerse durante más de tres milenios, y con tantas transforma­ciones ocurridas, la armazón estructura­l de esta celebració­n?”. Y se responde: “Ensayemos una respuesta: se expresan en Pésaj valores permanente­s que son inherentes a toda época y lugar; la libertad humana, la igualdad del nacido en el país con el nacido en el extranjero, la liberación de los oprimidos, el interés por el sufrimient­o humano, la no discrimina­ción”.

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