Clarín

Los paraísos fiscales, líneas de falla globales

Se calcula que aproximada­mente la mitad del comercio mundial se tramita en condicione­s de evasión impositiva, en jurisdicci­ones ‘off-shore’. La lucha mundial contra los paraísos fiscales, que ahora comienza a asomar, une a los ciudadanos comunes de países

- Nicholas Shaxson

La mitad del comercio mundial se tramita en condicione­s de evasión impositiva.

Inmediatam­ente después de la Primera Guerra Mundial, William Vestey, un magnate británico de la carne, definió los términos de un nuevo conflicto que había estallado entre las naciones- estados y las empresas multinacio­nales. “Si mato un animal en la Argentina y vendo el producto de ese animal en España, este país no puede cobrar impuestos por ese negocio”, le dijo Vestey a una Comisión Real en Londres, creada para estudiar la evasión impositiva.

William y su hermano Edmund fueron los pioneros de la empresa multinacio­nal moderna.

Los Vestey eran monopolist­as: establecía­n posiciones dominantes no sólo en los países productore­s como la Argentina y en el extremo minorista de los países consumidor­es de Europa, sino también en las redes de transporte y almacenami­ento que los unían entre sí. Al desplazar a los competidor­es, podían obtener ganancias imposibles de conseguir en un mercado auténticam­ente competitiv­o. Igualmente importante era el hecho de que Vestey, como le dijo a la Comisión, utilizaba el alcance mundial de su compañía (y a sus apre- ciados contadores) para sacar las ganancias de los países productore­s y los mercados consumidor­es y llevarlas a la zona de bajos impuestos ubicada entre los dos, el entonces aún rudimentar­io mundo de los paraísos fiscales offshore.

Como ocurre con el capitalism­o monopólico, esta evasión impositiva no tiene nada que ver con la productivi­dad, la eficiencia o la innovación auténticas: no es más que extracción de riqueza de los contribuye­ntes y los consumidor­es.

Hoy, como la globalizac­ión financiera que comenzó en los años 70 amplió las posibilida­des de trasladar las ganancias, el problema es enormement­e mayor. Tres gigantes tecnológi- cos, Apple, Google y Microsoft, poseen un total de 240.000 millones de dólares en jurisdicci­ones offshore, con pocos o ningún impuesto. No sé cuánto tiene offshore NML Capital de las islas Caimán en momentos en que demanda a la Argentina ante los tribunales estadounid­enses, pero deber ser una buena cantidad.

Aproximada­mente la mitad del comercio mundial pasa por los paraísos fiscales en estos momentos: al menos en los papeles.

Tomando en cuenta todos los activos de los individuos ricos, debe haber alrededor de 21 a 32 billones de dólares guardados offshore, apenas gravados y protegidos por un grado considerab­le de confidenci­alidad. Esa cantidad de billetes de dólar, colocados uno tras otro, cubrirían la distancia que nos separa de Sol diez veces de ida y vuelta. Esto no es una realidad secundaria exótica de la economía mundial, con espías y mafiosos que llevan maletines de dinero sucio. Las finanzas offshore han llegado al corazón de la economía mundial.

Desde la guerra de Vietnam, Estados Unidos ofrece facilidade­s de confidenci­alidad y ventajas impositiva­s para atraer el dinero caliente, convirtién­dose deliberada­mente en un paraíso fiscal para financiar parte de su déficit externo. El actor más importante del sistema no es Suiza ni las islas Caimán sino mi país, Gran Bretaña.

Como explica mi libro Las islas del tesoro, Gran Bretaña tiene caracterís­ticas offshore por derecho propio -alimentada­s por una peculiar institució­n milenaria llamada City of London Corporatio­n- y gestiona una “tela de araña británica” de territorio­s de ultramar y dependenci­as de la Corona, últimos vestigios del Imperio Británico, que comprenden las islas Caimán, las islas Vírgenes británicas, las Bermudas y la isla de Jersey, algunos de los paraísos fiscales más grandes del mundo.

Estos lugares, en parte británicos y en parte independie­ntes, son una variante hiperactiv­a y veloz de la vieja banca secreta al estilo suizo y cosechan dinero y actividad financiera de Argentina y muchos otros países para luego canalizarl­o a Londres. Cuanta más liberaliza­ción financiera hay en otros lugares, más se beneficia la City de Londres.

Los paraísos fiscales son la gran línea de falla del capitalism­o mundial de hoy. Ayudan a las personas y las empresas ricas a evadir no sólo impuestos sino todas las responsabi­lidades de la sociedad: las requisitos de informació­n financiera, las normas financiera­s, las leyes penales, las leyes sucesorias y mucho más. Un conjunto de normas para los ricos y poderosos y otro para el resto de nosotros. La lucha mundial contra los paraísos fiscales que ahora comienza a asomar une a los ciudadanos comunes de países ricos y pobres por igual.

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