Clarín

Luto en el espectácul­o Adiós a Alfredo Alcón, el más grande actor argentino

Murió ayer a la madrugada, a los 84 años. En el Congreso Nacional, donde lo despidiero­n, hubo un desfile incesante de público y colegas. Hoy lo entierran en el Panteón de Actores, en la Chacarita.

- Sandra Commisso scommisso@ clarin.com

La tarde no podía ser más otoñal: una luz grisácea y metálica, hojas secas al viento y alguna campanada en medio de un tránsito infernal sobre la Avenida Rivadavia. Puertas adentro del Congreso de la Nación, en el Salón de los Pasos Perdidos, apenas murmullos y sollozos alrededor del féretro con los restos de Alfredo Alcón.

El actor, referente de la escena nacional, padecía cáncer de colon y murió ayer a la madrugada debi- do a una complicaci­ón respirator­ia. Tenía 84 años. Hoy será enterrado en el Panteón de Actores del Cementerio de la Chacarita.

Alcón había estado internado en el Sanatorio de la Trinidad a causa de esta enfermedad, varios meses atrás, y había tenido una leve mejoría. Hace menos de un mes volvió a su casa de Palermo. Y fue allí donde, desde el lunes, su estado de salud empeoró hora a hora y finalmente, ayer murió, rodeado de sus afectos más cercanos.

Admirado y querido por igual, la ceremonia en la que fue velado tuvo el mismo respeto y cariño que supo cosechar a lo largo de su vida.

Por el Salón del primer piso del Congreso pasaron gran cantidad de colegas, muchos de los cuales también eran sus amigos. Y también el público, el mismo que lo vio desenvolve­r su talento a lo largo de varias décadas en el cine, el teatro y la televisión. Así, varias parejas de señores con bastón se codearon con Graciela Borges y Antonio Gasalla, que fueron juntos y tomados del brazo a despedir a Alfredo.

Mientras una señora con un humilde clavel blanco esperaba su turno para decir adiós, una conmovida Mirtha Legrand salía temprano del Congreso, vestida de gris como la tarde, y recordaba al hombre con quien compartió tres películas. Más temprano había llegado Norma Aleandro, ex esposa y amiga del alma de toda la vida.

Entre las decenas de coronas que no pararon de llegar al recinto durante toda la tarde ( desde una enviada por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner hasta la de la Asociación Argentina de Actores), una hilera silenciosa de personas de la calle recorrían incesantem­ente el trayecto desde la entrada hasta el féretro con los restos del actor. A cajón cerrado, sólo quedaba la posibilida­d de acariciar la madera y las flores posadas sobre la tapa junto a un guardapolv­o blanco que decía “Gracias, maestro de vida”, firmado por CTERA.

Un taxista bajó apresurado de su auto para rendirle su homenaje al actor: “Hizo mucho por el cine argentino, tanto”, dijo a quien quisiera escucharlo. “Un actorazo”, repetía una señora que no podía contener el llanto ya fuera de la sa-

la. Como ellos, no quisieron dejar de pasar para despedirlo Adrián Suar, Guillermo Francella, Oscar Martínez, Luis Brandoni, Juan Gil Navarro, el director Javier Daulte, Luciano Cáceres, Peto Menahem, Fabián Vena, Susú Pecoraro, María Onetto, Nicolás Cabré, Cristina Banegas, Juan Palomino, entre muchos otros.

Joaquín Furriel, quien el año pasado compartió con Alcón Final

de partida, el clásico de Samuel Beckett en el San Martín, y terminó siendo la última obra en la que el actor pisó un escenario, tampoco faltó a la cita triste. “Fue un homenaje en vida, lo mejor que pudimos hacer para inyectarle energía. Tanto cariño que recibió siempre, tanto amor, los vínculos que mantenía con muchos colegas, hablan de lo que Alfredo era fuera de la profesión: su sensibilid­ad, su categoría de persona. Creo que hoy se nos muere nuestro faro. Alcón dignificó nuestra profesión como ningún otro. Incluso desde España están llegando decenas de condolenci­as de personalid­ades de la cultura. Alfredo, sin dudas, es el gran actor de habla hispana”, había comentado más temprano Furriel. Para consuelo de los que se quedan llorándolo, agregó: “Estuvo muy feliz, no sufrió y recibió mucho amor”, en referencia a los últimos momentos del actor luchando con- tra su enfermedad.

Lo que se percibía ayer en el velorio era eso: alguien que, siendo la mayor autoridad actoral nacional, nunca dejó de ser el amigo cercano, el maestro cariñoso, el colega divertido. Los ojos vidriosos de muchos y las lágrimas explícitas de otros, daban cuenta de esa sensación de orfandad.

Hoy el cortejo fúnebre hará una parada frente al Teatro San Martín, donde se leerán fragmentos de obras que Alcón representó allí. Como él hubiera querido: el teatro aún más allá de la muerte.

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Mirtha Legrand (con quien Alcón debutó en cine) y Norma Aleandro (semitapada, quien fuera su esposa y amiga del alma), ayer en el velatorio en el Congreso./
TELAM Dolor y respeto. Mirtha Legrand (con quien Alcón debutó en cine) y Norma Aleandro (semitapada, quien fuera su esposa y amiga del alma), ayer en el velatorio en el Congreso./
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FOTOS: FERNANDO DE LA ORDEN La gente común le rindió su tributo. La cola para despedir los restos de Alcón fue constante./
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La emoción de Gasalla. Visiblemen­te conmovido, le dio su último adiós.
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Suar dijo presente. Lo produjo en cine y televisión y se hicieron amigos.

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