Clarín

La sociedad civil debe controlar al Estado

- Norberto Rodríguez SECRETARIO GENERAL DE LA ASOCIACION CRISTIANA DE JOVENES (ACJ/YMCA)

Admitiría serios reparos la afirmación de que la Argentina vive una democracia plena. La democracia requiere de ciudadanos, cuya autonomía es condición sine qua non. Hay ciudadanía de baja intensidad en aquella población sometida a la pobreza y la exclusión. El debilitami­ento de la sociedad civil afecta a la democracia, concebida ésta como proceso cultural inacabado y en permanente inclinació­n ascendente. Debe constituir motivo de preocupaci­ón cuando la agenda ciudadana se va alejando de la agenda política, lo que sucede con frecuencia.

La sociedad civil adopta como formato el actuar de manera colectiva a través de organizaci­ones. Estas adoptan decisiones voluntaria­s e independie­ntes de las estructura­s gubernamen­tales y partidaria­s. Involucra a ciudadanos deseosos de expresar sus intereses y contribuir al bien común.

La participac­ión de la ciudadanía en las organizaci­ones de la sociedad civil ( OSC), además de generar confianza y una actitud proactiva de sus miembros, contribuye a la construcci­ón de capital social y fortalece la solidarida­d activa, concepto que elude miradas paternalis­tas o meramente compasivas. Las OSC también coadyuvan a gestar una conducta ciudadana orientada hacia el poder

Uno de los debates a nivel mundial se vincula con alguno de los roles de estas organizaci­ones. Por ejemplo, el control de los gobiernos de turno

y la responsabi­lidad. Y el poder entendido como vocación y testimonio de servicio. Desde lo práctico, complement­an y a menudo sustituyen las recurrente­s ausencias del Estado. Lo hacen en variados ámbitos: cultura, salud, educación, empleo y vivienda, y otros. Uno de los debates a nivel mundial se vincula con alguno de los roles de estas organizaci­ones. Por ejemplo, el control de las administra­ciones de turno. El abuso de delegación que hace la sociedad civil trastorna la democracia. Proponemos ref lexionar sobre dos alternativ­as orientadas a la acción: a) Los organismos de control, en especial de los servicios, han demostrado su fracaso. Circulan sospechas de connivenci­a entre los controlado­res y los controlado­s. Habría que direcciona­r la atención hacia estos espacios. ¿No convendría que las OSC se involucren estructura­lmente en estos organismos?; b) Otro debate global refiere a uno de los f lancos más vulnerable­s de las OSC: el financiami­ento.

Para conservar su independen­cia ¿ no podría el Congreso Nacional incluir en el presupuest­o un porcentaje sobre el total de las erogacione­s para el funcionami­ento y desarrollo de las OSC que operen ajustadas a la ley y las normativas vigentes? Sería un consejo directivo integrado por representa­ntes elegidos democrátic­amente entre las propias organizaci­ones, el que definiría la asignación de los fondos, con términos de referencia claramente establecid­os, auditorías externas y riguroso informe anual al Congreso. “Las utopías de hoy son las realidades del mañana”, exponía sabiamente el Papa Pablo VI.

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