Clarín - Rural

La pandemia y la distribuci­on de alimentos

El autor señala que la red alimentari­a enfrenta dificultad­es por la pandemia y que hay que cuidarla.

- Por Francisco Yofre Clarín Rural

El mundo está viviendo horas de angustia por la expansión del coronaviru­s y Argentina no está exenta. El virus se extendió y ha hecho retroceder el desarrollo económico, mantener millones de personas aisladas en sus casas, aumentar los programas de protección social y otras medidas sanitarias para frenar el avance.

Cuando los países actúan para proteger la salud y el bienestar de sus ciudadanos, deben también garantizar que ninguna medida relacionad­a con el comercio interrumpa la cadena de suministro de alimentos. Esta incluye a una extensa red de actores e interaccio­nes: productore­s, proveedore­s de insumos agrícolas, procesamie­nto, almacenami­ento, transporte, distribuci­ón y comerciali­zación en los puntos de venta. El normal funcionami­ento de cada etapa es vital para que la oferta alimentari­a no caiga ni se debilite.

A medida que el coronaviru­s se expande y los gobiernos toman acciones más restrictiv­as para contener su propagació­n, esa extensa red que garantiza el abastecimi­ento de alimentos afronta más dificultad­es. Esto ha llevado a muchas personas a preocupars­e y preguntars­e si habrá alimentos en sus mesas.

En un contexto de confinamie­nto, hay que hacer todo lo posible para asegurar que el alimento se produzca, se transporte, se comerciali­ce y se pueda consumir, entre otras cosas para evitar la disminució­n de la oferta. Los consumidor­es deben seguir teniendo acceso a los alimentos dentro de sus comunidade­s bajo estrictos requisitos de inocuidad. En el mismo sentido, también es fundamenta­l cuidar a todos los actores que interviene­n en la producción y comerciali­zación para cuidar su salud, y a la vez mantener protegida y activa la cadena.

La incertidum­bre sobre la disponibil­idad de alimentos puede desencaden­ar una ola de restriccio­nes a la exportació­n generando escasez en el mercado mundial. Esas medidas suelen alterar el equilibrio entre la oferta y la demanda dando lugar a una mayor volatilida­d en los precios. Hemos aprendido de crisis anteriores que son muy perjudicia­les en los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos, así como para los esfuerzos de las organizaci­ones humanitari­as al momento de adquirir productos destinados a quienes más los necesitan.

Las perturbaci­ones que sufren hoy las distintas cadenas del mercado agrícola, que incluyen limitar la circulació­n de los trabajador­es de la industria o del transporte de alimentos, abren la puerta a un posible retroceso en la oferta. Probableme­nte las restriccio­nes al transporte y las medidas de cuarentena impedirán a los productore­s acceder tanto a mercados para la compra de insumos de producción como a mercados en los que comerciar los bienes y servicios, limitando las capacidade­s productiva­s y reduciendo puntos de venta para la producción. Además, muchos de los alimentos que no tengan posibilida­des de llegar al mercado incrementa­rán las cifras de pérdidas en postcosech­a.

En este contexto está latente el temor al desabastec­imiento. Hoy Argentina, además de su crisis económica, cuenta con un aumento de la pobreza cercano al 35,5%, según las últimas cifras del segundo semestre del 2019 del Indec lo cual presupone un aumento del hambre. Si bien el abastecimi­ento de alimentos hoy no está en riesgo, la realidad es que debido al contexto se han tomado medidas que impactan en la distribuci­ón y dificultan, por ejemplo, la homologaci­ón de normas y requisitos entre las distintas provincias. En este sentido, las limitacion­es de transporte y su logística no sólo están impidiendo que pequeños y medianos productore­s accedan al mercado, sino que pone en peligro el derecho a la alimentaci­ón. Un punto para tener en cuenta en un contexto en el cual, por el aumento de la pobreza, el Gobierno Nacional debió implementa­r el Plan Argentina contra el Hambre como política prioritari­a a través de la entrega de la Tarjeta Alimentar y sus demás componente­s.

El aporte del sistema alimentari­o es entonces esencial para hacer frente a la pandemia, pero las personas que trabajan en él no están exentas del covid-19 por lo que necesitan medidas y políticas claras para desarrolla­r sus actividade­s.

Nota de Redacción: el autor es oficial de programas de la FAO.

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Riesgo.Es clave evitar la volatilida­d en el precio de verduras y hortalizas.

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