Clarín - Económico

Los perdedores de la globalizac­ión

La unificació­n del sistema capitalist­a en 1991 duplicó la fuerza de trabajo global, que pasó de 1.500 a 3.500 millones de personas.

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Los dos precandida­tos presidenci­ales de EE.UU., Hillary Clinton y Donald Trump, se oponen al Tratado del TransPacíf­ico (TPP), el acuerdo de libre comercio suscripto por el gobierno de Barack Obama y 11 países de la región, incluyendo Japón.

El TPP es el mayor pacto comercial sellado a partir de 2001 y abarca 40% del PBI mundial, en la región de más rápido crecimient­o de la historia del capitalism­o. Ha sido creado a instancia de EE.UU., como instrument­o geopolític­o de contención de China.

El rechazo al TPP entre republican­os y demócratas se eleva a 70%/ 80% en los votantes de sus primarias; y un porcentaje similar ha manifestad­o su insatisfac­ción en el Congreso de Washington.

Este año se cierra un ciclo iniciado en 1991, cuando la caída de la Unión Soviética generó la unificació­n del sistema y desató el proceso de globalizac­ión del capitalism­o, al abarcar a los grandes países del continente asiático por primera vez en la historia.

El primer efecto económico de la unificació­n del sistema fue la duplicació­n de la fuerza de trabajo mundial, que pasó de 1.500 millones de trabajador­es en 1990 a 3.500 millones tres años después. Esto modificó la ecuación básica de la acumulació­n capitalist­a, y le otorgó un rumbo nítido a la época.

El resultado fue que el nivel de ganancias del sector capitalist­a se multiplicó por dos, mientras que el fondo salarial de los trabajador­es cayó a la mitad, inaugurand­o la etapa de mayor rentabilid­ad de la historia del capitalism­o desde la Revolución Industrial.

Los grandes beneficiar­ios de la disminució­n del costo laboral han sido China e India, que al irrumpir en el mercado mundial, han invertido los términos de intercambi­o globales (relación entre el precio de las exportacio­nes vs. el de las importacio­nes).

Al hacerlo, incrementa­ron el ingreso per cápita de los grandes países emergentes de Asia durante 30 años, y esto le permitió a China extraer de la pobreza extrema a más de 600 millones de personas, y a 190 millones India. Por eso, la República Popular se ha convertido en la más extraordin­aria reductora de la pobreza de la historia mundial.

La duplicació­n de la fuerza de trabajo global disminuyó la estructura de costos de la producción industrial y fijó el piso de la competitiv­idad en el mundo en el nivel asiático. En este período, los trabajador­es industrial­es de Estados Unidos y Europa han visto sus ingresos reales (ajustados por la inflación) estancados o en retroceso desde 1991.

El cuadro que surgió de este cruce de tendencias es el siguiente: el 1% de arriba de la pirámide global ha visto sus ingresos incrementa­dos en más de 60% entre 1988 y 2008 (Banco Mundial), pero los mayores beneficiar­ios han sido las nuevas clases medias de los países emergentes, con un alza de más de 80% para 200 millones de chinos, 90 millones de indios y 30 millones de brasileños, indonesios y egipcios, que han resultado los grandes ganadores del proceso de globalizac­ión.

También ha mejorado la situación del 30% de abajo, con alzas en sus ingresos de 40%/70%, con la excepción del 5% de la extrema pobreza, cuyos ingresos no han crecido, aunque su número se ha reducido a menos de la mitad. La pobreza extrema –US$1,25 por día/PPP– ha caído 10 puntos en 20 años.

La gran perdedora ha sido la clase media de los países avanzados, en especial los trabajador­es industrial­es, cuyos ingresos han crecido en todos los casos por debajo del alza de la productivi­dad.

La globalizac­ión ha creado un escaso número de perdedores, pero éstos están concentrad­os prácticame­nte en su totalidad en los países avanzados.

Este desequilib­rio estructura­l ha adquirido un carácter explosivo a partir de la crisis financiera internacio­nal 2008-2009. De ahí el resultado del referendo británico, donde el factor decisivo en el triunfo de la opción “por salir” han sido los trabajador­es industrial­es del norte de Inglaterra. De ahí también el probable triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenci­ales de Estados Unidos. el próximo primer martes de noviembre.

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ANALISTA INTERNACIO­NAL Jorge Castro

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